Estamos asistiendo a los últimos preparativos de la campaña electoral que se avecina en las próximas semanas donde nos jugamos el futuro del España. Lo más importante, por encima de los mensajes y promesas que cada formación política pueda proponer, están las personas que nos van a representar en el Congreso y he aquí uno de los mayores problemas que surgen cuando el candidato no es el adecuado y se llenan las listas con personajes de la tele como está haciendo Ciudadanos.

Ver no sólo a Toni Cantó, sino a Felisuco y ahora a Agustín Bravo del Telecupón demuestra poca seriedad con el electorado. No se trata aquí de criticar a nadie, ni mucho menos la trayectoria de estos actores o presentadores de televisión que puede ser magnífica, pero para representar a España se debería exigir unos conocimientos contrastados de las instituciones via titulaciones universitarias y/o, al menos, oposiciones al Estado que demostraran una verdadera vocación pública. Es decir, cuando nos estamos jugando el futuro de Estaña y sanciones por no cumplir con los objetivos de déficit en Europa, imaginarme a Felisuco de ministro de Hacienda en Bruselas para hablar de medidas económicas no me parece ni serio ni respetuoso con los españoles. Ciudadanos está llenando las listas con personajes de la tele para buscar el populismo mediático y atraer votos, cuando España es mucho más que un teatro o un plató de televisión y merece más seriedad y compromiso.

A la vista está lo que se ha convertido el Congreso de los Diputados, transformado ya en circo con bebés de mano en mano, insultos de unos a otros y ahora tendremos el Telecupón en vivo y en directo. Ya sólo nos faltan las ovejitas de Carmen Sevilla. Muchas veces pienso en lo que estaba considerada la tribuna de oradores del Congreso, reservada para personas preparadas, con intereses contrastados en representar a su pueblo y con la vocación de servir y mejorar España. Ahora ya todos estos índices de respeto, el saber estar y, por encima de todo, los conocimientos para dirigir un país, han pasado a un segundo plano y, vemos estas candidaturas muy cuestionables que ponen en riesgo el rumbo del Estado.

España no puede permitirse el próximo 26J una parálisis como la del 20D. No ponerse de acuerdo o, peor aún, ni siquiera sentarse a negociar porque uno es de derechas, de centro o de izquierdas es una irresponsabilidad que puede traer consecuencias muy negativas para los españoles. Para afrontar las reformas estructurales del Estado, bajar la carga fiscal a los contribuyentes, ofrecer mejores servicios sociales, necesitamos a gente preparada para ello, no actores ni telecupones.

Ejercer el voto es un derecho, pero también una alta responsabilidad, sea cual sea la ideología. Por ello, recomiendo a los electores no sólo informarse bien de los programas, sino también que examinen los candidatos que van a votar, porque España no es una obra de teatro, ni el Congreso, puede buscar la suerte del futuro del país en un cupón. Seamos serios. ¿Quo vadis España? Lo sabremos el 26J.