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José Francisco Conrado de Villalonga

Ante el panorama electoral

En estos momentos y en este país existe una quieta discordancia entre los ciudadanos y sus representantes políticos. Unos, los electores, desean que el país funcione y prospere ordenadamente y otros, los partidos, no se sabe lo que quieren o lo que pueden ofrecer para mejorar la gobernanza del Estado, eso sí, quieren llegar al poder a costa de lo que sea. Estamos una vez más ante una falta de concordancia entre lo que expresan, pretenden o hacen unos -los partidos- y lo que los otros, - los ciudadanos-, esperan digan y hagan estas organizaciones políticas, o sea falta algo, un elemento importante en la relación para que la ecuación funcione, falla precisamente la motivación entre los ciudadanos.

Existe una ausencia de sincronía causada, entre otras razones, por las noticias que se van conociendo sobre la fallida legislatura. Se ha publicado recientemente, con datos referidos o extraídos del BOE, el gasto y su inutilidad desde el frustrado inicio del funcionamiento de las Cortes. El malogro de la legislatura se inicio a partir del escrutinio del 20 de diciembre. Los gastos prodigados, que se han sabido, resultan reveladoras de una falta de sensibilidad social de los diputados, senadores y el gobierno en un momento en que el déficit y la deuda del país aconsejarían prudencia. En el Congreso se han desperdiciado 12.173.273 euros, en el Senado se han malgastado 9.694.896 euros y el Gobierno ha desaprovechado 8.600.327 euros. Ello ha supuesto un dispendio de 30.468.495 euros. Es más, a estos señores les hemos costeado durante el mes de enero 488.000 euros en viajes al extranjero, a lugares exóticos a los que han peregrinado, a lugares seguramente intrascendentes para mejorar la vida de los españoles, Tokio, Montevideo, Nueva York o Ulán Bator.

El Parlamento no ha ejercido su cometido, no ha legislado, ni ha controlado al Gobierno y, el Gobierno ha estado en funciones?, ¿qué han estado haciendo? Viendo las cifras del dispendio anteriormente expuesto se puede obtener alguna respuesta a la pregunta que se hacen los electores. Además de gastar y gastar se ha crispado la relación política, la comunicación entre parlamentarios y entre estos y el Gobierno. Estos meses se han caracterizado por las malas formas, discusiones banales, amenazas e insultos. Ese seguramente no fue el mandato que recibieron en diciembre. El presidente del Congreso sí ha trabajado, ha hecho, con gran acierto, una propuesta, ha presentado al Rey el decreto de la disolución de las Cortes.

El país está envuelto en un malestar, es como una niebla tóxica que asfixia al pueblo, es la corrupción y la descomposición de la vida pública. Es una pandemia que afecta también a la actividad diaria de la ciudadanía. ERE y Formación en Andalucía; Gurtel, Púnica, Bárcenas, Emersa, Pokemón en Madrid, Valencia, etc., más de 1.700 sumarios abiertos y 464 implicados en casos de corrupción. Alguien ha valorado en más 6.000 millones el daño causado al erario público. Y lo del ayuntamiento de Palma es ya bochornoso, la Policía Municipal no solo no cumplía su función de prevenir la delincuencia sino que está acusada de extorsión, tráfico de drogas y prostitución. Y según se ha filtrado estos días desde el sumario abierto, también alguien del ayuntamiento participaba de los resultados económicos de los asaltos de los carteristas callejeros. Palma Vice, podría resultar una serie cinematográfica que dejaría en un cuento para niños las series americanas de Corrupción en Miami.

Con este panorama y, ante el hundimiento institucional y la enfermedad moral que afecta al país, ¿con que ánimo la gente ira a votar en junio? Seguramente "encabronada". ¿Cuál será el veredicto de las urnas? Muy difícil de prever. Las encuestas varían según quien las hace y quien las encargue. La situación es tan compleja que se debería consultar a adivinos para intuir el resultado, como hacían durante el impartió romano. Preguntaban a los arúspices de Etruria quienes tenían la habilidad de presagiar el futuro y lo hacían con tanta virtud que el emperador Claudio acabó creando un corporación compuesta por sesenta de ellos, su única función era vaticinar las consecuencias de sus decisiones de gobierno. Hay que estar muy ciego y muy sordo para no advertir ni enterarse del clamor de la ciudadanía.

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