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Llorenç Riera

Batalla de nombres en busca del poder

Sus hijos y nietos de tierna edad lo hubieran hecho mucho mejor. Sin esfuerzo y divirtiéndose más. La atomización de candidatos para encabezar la lista del PP de Balears al Congreso no es, como asegura Marga Prohens, signo de la pluralidad y riqueza del partido, es pura manifestación desolada de la falta de liderazgo sólido, estricta pugna por el poder personal y si se quiere, vanidad enfermiza, regusto por apartar al otro.

En el PP todo estaba en orden aparente hasta que el escándalo de la Policía Local de Palma obligó a apartar a Mateo Isern como candidato repetidor. A partir de ahí todo se desmorona sin remisión con personalismos basados en el rechazo de imposiciones de fracciones rivales y el renacimiento de la vieja guardia y los pesos pesados de siempre. Por enésima vez, José Maria Rodríguez y su control de la junta de Palma tienen mucho que ver con lo que está pasando. La entrega a la zancadilla inmediata impide alzar la vista para ver el horizonte.

Nombres, nombres y más nombres para eclipsar la falta de líder. Mientras, nada se sabe de programas y objetivos. Maria Salom ha vuelto al banquillo con un pasado que, curiosamente, no le pesa tanto como a un Pere Rotger ávido de sacarse espinas, pero sin capacidad de hallar posada en Palma. La delegada del Gobierno, Teresa Palmer, era ayer, salvo sorpresas, la mejor situada para ser impuesta por Madrid.

Hasta 23 aspirantes se han presentado para encabezar la lista del PP. Los rodriguístas organizaron una tormenta de nombres que ni siquiera les beneficia a ellos. En la maniobra figuran los jóvenes de NN GG con un comportamiento que les invalida para personificar la renovación que propugnan. El PP de Balears necesita un congreso de autodefinición antes que una candidatura al Congreso. En el trance, en la dirección nacional permanece en el miedo escénico de una división que ya es patente en exceso y acabará imponiendo su criterio. Otra vez. La paz, o quizás solo el silencio, únicamente es compatible con el PP cuando el partido logra hospedaje en las instituciones. Que entre las candidatas encabezar la lista al Congreso figure Sonia Valenzuela, conocida por la peculiar secretaría que ejerció con el obispo Salinas, es fiel reflejo de la anarquía estratégica que reina entre los conservadores. Es muy posible que el partido no haya logrado calibrar la dimensión de lo que se juega estos días.

La junta insular del PP de Mallorca se reunió ayer tarde en el museo del calzado de Inca. Mal escenario para un partido descalzo, mucho más cuando se comprueba que, ni siquiera ante la premura de una convocatoria electoral, logran descubrir las utilidades del calzador. Todos, divididos entre regionalistas y oficialistas, o entre Palma y Part Forana, suspiran por un zapato hecho a su estricta medida. Es una obsesión que les inmoviliza para recorrer el camino necesario. Al final, vuelve Madrid para llevarles de la mano, pero sin poder dejar garantías establecidas para que, cuando les haya fijado la brújula y el rumbo, no haya nuevos tropiezos. El problema está en los protagonistas y no tanto en el recorrido a seguir. Pero la desorientación mayor es para los votantes potenciales del PP.

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