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Juan José Millas

¡Lo dice la banca!

Si es verdad que la clase media es el adhesivo que sujeta los cromos, el álbum se está quedando vacío. Peor que vacío: con las casillas sucias por el engrudo seco, testigo del desastre. Significa que tres millones de personas han pasado en los últimos años de la clase media a la baja. Abres el álbum de fotos de la clase media y no ves a la tía Julia, ni al tío José, ni a los primos Clara y Fortunato. ¿Dónde están? En el álbum de los pobres, del que se ha caído también un montón de gente que ha pasado al de la indigencia. El único álbum que ha crecido es el de los ricos de siempre que ahora son más ricos que nunca. La desigualdad, la brecha, el espanto, elijan ustedes el sinónimo. Como decía Groucho, salimos de la nada y a base de trabajar y trabajar hemos llegado a la más profunda de las miserias. Y la tendencia sigue. Ignoramos cuál es límite de esta disimilitud trazada por los poderes financieros y ejecutada por sus brazos políticos, no sabemos hasta dónde se puede estirar la goma sin que se rompa, pero los señores del dinero están en ello. En que se rompa.

De la clase media se ha dicho con frecuencia que es la que proporciona estabilidad al conjunto. A más clase media, mayor fortaleza. ¿Por qué entonces nos la estamos cargando de este modo? Porque en esa clase hay mucho ahorro. Con el dinero que guarda en los calcetines, un bróker levanta en dos días un imperio. La clase media es conservadora. Ahorra para mañana, para el futuro, para la universidad de los hijos, para las enfermedades. Si el banco le aconseja que meta ese dinero en Preferentes, lo mete en Preferentes porque la clase media cree en el sistema, en los valores del sistema. De ahí que haya caído tanta gente de clase media en estafas como Afinsa o Forum Filatélico. Eran valores seguros, porque los sellos, en el peor de los casos, siempre conservarían su valor facial, etc. Discurso no les falta a estos salteadores. Lo raro es que reciba tantos apoyos políticos.

Una sociedad sin clases medias es como una salsa sin trabar. Un asco de salsa, un asco de sociedad en el que da vergüenza mirarse. Pero es ahí hacia donde nos dirigimos. No lo digo yo, lo dice una fundación del BBVA. ¡Lo dice la banca!

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