Ha muerto tempranamente el arquitecto Federico Climent. Aun conociendo su precario estado, la pena, el dolor profundo por la pérdida de un amigo no cesa desde que se conoció la noticia. Estas son unas líneas apresuradas en recuerdo de quién tanto ha significado en la vida cultural de nuestra generación.

Era Federico el entusiasta incansable. Nada, ni siquiera la terrible enfermedad, hizo disminuir su ilusión por la arquitectura, en todas sus facetas, siempre del lado del rigor y de la honestidad radical. Esto le llevó a difundir desde diferentes plataformas las arquitecturas más cualificadas implantadas en las Islas, aportando - desde una teoría muy personal de la importancia del lugar en la instalación en Mallorca de talentos tan impresionantes como Jorn Utzon, Saenz de Oiza, Rafael Moneo, Manel Solá Morales, Carme Pinós, Lluis Clotet, Josep Quetglas,?- libros, revistas, conferencias, que han supuesto un sólido contrapunto al estereotipo de la vulgar edificación masiva dominante.

Además Federico proyectó y ejecutó obra pública como arquitecto municipal comprometido con su ciudad.

Paso frecuentemente por la plaza de Sa Porta de Santa Catalina y recuerdo la lucha para conseguir que mantuviera su imagen, amenazada, con las máquinas pesadas en el Paseo Mallorca, por el proyecto de aparcamiento subterráneo promovido por la versión más triste del consistorio palmesano. La sutileza y la solvencia de la intervención de Federico permite que este espacio mantenga la característica de charnela de barrios con distintos y diversos contenidos urbanísticos y sociales. Y que en la misma tierra y bajo los mismos pinos que jugábamos de niños, otros sigan disfrutando.

Recordaré hasta que pueda la mirada acuosa y afilada de Federico, la pausada cadencia de su discurso, la elegante radicalidad de su talento, y sobre todo su vital entusiasmo manifestado en un último mensaje, contestando a mi intención de pasarle un recientísimo libro de Javier Saenz de Oiza sobre el edifico Torres Blancas de Madrid proyectado por su padre, que textualmente dice: muchas gracias, me hace mucha ilusión.

Estamos en deuda con él y su trayectoria y cumpliremos defendiendo con más ahínco, como hizo él, la función social de la arquitectura. Descanse en paz.

(*) Abogado