Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Columnata abierta

Igualdad de género, a ratos

Es triste es comprobar cómo se reproducen argumentos lamentables en el debate público sobre cuestiones que, precisamente por ser tan evidentes, terminan por desaparecer de los medios de comunicación por la escasa controversia que generan en la ciudadanía. Cuando digo que son cuestiones evidentes me refiero a que lo son para una amplia mayoría social. Y claro, esto supone siempre una oportunidad fabulosa para que los políticos se comporten como extraterrestres. Algunas de las intervenciones que se pudieron escuchar la semana pasada en el Parlament balear en el debate sobre la custodia compartida provocan auténtico bochorno, pero no han merecido demasiada atención periodística y han pasado bastante desapercibidas.

Josep Meliá de El Pi defendió una proposición de ley para que la custodia compartida de los hijos sea el régimen preferente en casos de separación, priorizando el interés de los menores y en favor de la igualdad en las relaciones familiares. Y comenzó la tomadura de pelo de las señoras y señores diputados que soportan con sus votos el gobierno de esta comunidad. Para empezar, el PP votó a favor de un planteamiento progresista asumido con normalidad en la mayoría de países de nuestro entorno europeo. Varias comunidades autónomas españolas también han legislado en el mismo sentido, con el voto a favor de izquierdas y derechas, según los casos. También apoyó la propuesta de El Pi Ciudadanos, el partido del ultra Pericay, según lo calificó hace unos días la presidenta Armengol. PSIB, Més y Podemos tuvieron que movilizar en bloque su voto en contra, prietas las filas, para evitar la tropelía igualitaria de la derechona, la regionalista y la otra. Escuchando los discursos hipócritas en favor de la igualdad de género de esta izquierda pancartera, la división del voto que se produjo ya mueve a la carcajada. Pero lo peor fueron los argumentos.

Doña Conxa Obrador del PSIB consideró innecesaria y de dudosa constitucionalidad la propuesta, al considerar que Balears no dispone de esas competencias en derecho civil. A día de hoy Cataluña, Navarra, Aragón y la comunidad valenciana ya cuentan con esa legislación. Como el aparato del socialismo balear ha defendido en numerosas ocasiones y de forma entusiasta el derecho a decidir de Cataluña, o sea, el derecho a la independencia, uno pensaba que la señora Obrador pronunciaría entonces un vibrante alegato para que en Balears pudiéramos decidir sobre las relaciones paterno filiales, como han hecho los catalanes, los navarros, los aragoneses o los valencianos. Pero nada, ni una palabra. Por tanto, se entiende que las comunidades deberían tener capacidad para reivindicar su soberanía en temas de calado como la secesión territorial de un estado, el régimen fiscal o declarar la guerra nuclear a Corea. Pero sobre tonterías como el régimen de custodia de los hijos en caso de separación mejor que se pronuncien en Madrid.

La señora diputada de Més, doña Margalida Capellá, rechazó la propuesta por cuestiones formales de técnica legislativa, pero también de fondo. En su opinión, se trata de un debate sobredimensionado y desenfocado, porque en Balears no existe un problema por el asunto de la custodia. Yo no sé dónde vive esta mujer, ni con quién habla, ni a quién escucha, pero si en ocasiones tenemos la sensación que la política tiene menos prestigio que el tráfico de armas, es por intervenciones como esta. Hoy en Balears casi una de cada tres separaciones se resuelven con una sentencia que reconoce la custodia compartida. Lo que al parecer desconoce la señora Capellá, o le importa un higo, es el tremendo coste personal y emocional que muchos progenitores han de soportar para llegar a la situación de poder criar a sus hijos en igualdad de condiciones. La traca final la encendió la diputada de Podemos Marta Maycás, que justificó su voto en contra porque la proposición de ley no reconocía la existencia de una cultura machista. Pero alma de cántaro, ¿hay algo más machista que divorciarse y así no cambiar un pañal en la vida? ¿Algo más rancio que separarse y de paso desentenderse de las obligaciones paternas?

Este feminismo cavernícola que atenaza a la izquierda es un auténtico yugo para las mujeres normales. Por ejemplo, las que trabajan. O las que quieren disponer de más tiempo para decidir qué hacer con él. O las que ven en su excónyuge el padre de sus hijos, y no un mero financiador. O sea, una mayoría de mujeres. Tienen razón sus señorías al señalar que no existe controversia social sobre el asunto. Como ha quedado claro, la disputa sólo es ideológica, y sirve para dar alas en los juzgados a quienes consideran a los hijos un arma arrojadiza durante el proceso de divorcio. A uno se le saltan las lágrimas de emoción cuando escucha a esta izquierda troglodita hacer pedagogía social desde el púlpito parlamentario, al explicarnos que las leyes están para guiar a la sociedad por el camino del progreso. Por una vez nos conformaríamos con que no fueran ellos los bueyes, y se pusieran detrás para dejarse llevar por la sensatez de una mayoría de mujeres y hombres normales.

Compartir el artículo

stats