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Antonio Tarabini

Más de lo mismo con los mismos

Mucho me temo que la campaña electoral sea una mera repetición del cansino guión que han seguido todos los partidos, viejos y nuevos durante casi cuatro meses y con los mismo actores. Rajoy parece espabilar y mostrarse más didarachero, después de su profundo y apático letargo. De momento sobrevive a los malos presagios que algunos le auguraban, incluido próceres distinguidos de su propio partido. Sigue siendo el candidato y el líder de los populares. Su campaña no hará referencia alguna a la corrupción (¡vade retro!). Seguirá investido como salvador de la patria y de los españolitos. Es el único que nos garantiza el preciado don de la estabilidad y de nuestro bienestar. Y piensa idos los de nuestra comunidad (a pesar de un cierto cabreo de algunos de sus conmilitones). Confia en que los poderes fácticos, internos y externos, aprieten las tuercas a sirios y troyanos para evitar un nuevo fracaso o una alternativa de izquierdas. ¿Tendrá éxito? Fácil no lo tiene. Albert Rivera ha dicho de manera clara que no piensa pactar con el PP mientras Rajoy sea su mascarón de proa.

Rivera se presenta como nuevo líder de un partido emergente que pretende modernizar al centro-derecha, representado hasta ahora por el PP de Rajoy. Su imagen ha salido menos tocada que la de otros líderes después de su postureo de casi cuatro meses. Quiso estar en la pomada, propiciar acuerdos, sacar a Mariano de su cheslong, modular a Pedro Sánchez. No consiguió ninguno de sus objetivos. Los poderes fácticos lo observan con atención, pero no acaban de jugarse sus influencias y sus cuartos en Albert como recambio de Mariano. Sus propuestas programáticas son ambiguas, y su “pacto” con los sociatas les desconcertó, aunque respiraron tranquilos cuando rompió jarras ante un hipotético acuerdo que incluyera a Podemos. La influencia real de Albert y sus ciudadanos dependerá de sus resultados electorales. Es muy probable que mejoren respecto al 20D, pero no queda claro cuál puede ser el porcentaje de tal aumento. El pasado 20D obtuvieron buenos resultados, pero inferiores a sus propias perspectivas. Tendrán que “mojarse” en sus propuestas.

Los socialistas obtuvieron unos malos resultados el 20D. Pero, ¡paradojas de la vida!, a pesar de ello el PSOE se convirtió en el gozne del mapa político resultante. Sus escaños eran absolutamente necesarios para formar un gobierno ya sea de centro-derecha (PP/C’s) como de izquierda (Podemos, sus mareas y confluencias, e IU). Pedro Sánchez aceptó el reto, pero no tuvo éxito su investidura, ni en sus intentos posteriores de pactar con Podemos ni en la pretensión de incluir a C’s. ¿Y ahorá, qué? Los ciudadanos ¿valorarán los esfuerzos realizados por Sánchez y su equipo? Los votantes encuadrados en la izquierda, incluyendo al PSOE, ¿castigarán a los socialistas por su estrategia de incluir a Ciudadanos? Los barones, baronesas y exmandatarios ¿apoyarán las estrategias electorales de Sánchez y su equipo? Y suma y sigue. Pedro Sánchez afirma que el programa electoral y sus listas serán las mismas. Pero, de momento, ya le explotan dimisiones: Carmen Chacón que lideró la candidatura de los socialistas en Catalunya; e Irene Lozano (exdirigente relevante de UPyD), que ocupó un lugar preeminente en la candidatura de Madrid. Es posible que el via crucis no haya concluido. Hay federaciones que pretenden modificar sus anteriores listas (¿también en Balears?). A su vez hay movimientos de fondo que pretenden recuperar a socialistas de “relevancia política”, el caso más significativo, hoy por hoy, es Eduardo Madina. Si continúan con más de lo mismo, no tienen garantizada ni mucho menos una mejoría relevante el próximo 26 de junio.

Podemos, con el liderazgo consolidado de Pablo Iglesias, ha optado por dar un salto cualitativo y cuantitativo: primero, culpar a Sánchez de no querer pactar con la izquierda real (que se presupone que representa Podemos) y en consecuencia los sociatas son los responsables de la repetición de las elecciones; segundo, apostar por un pacto electoral (¿sólo electoral?) que incluya fundamentalmente a IU, pero también a otras fuerzas “pro cambio” (en nuestra comunidad con EU, Més, ERC…). Su objetivo estratégico es el sorpasso, léase superar a los socialistas en las elecciones y convertirse en la fuerza hegemónica de la izquierda. ¿Garantías de éxito? Es posible que lo consigan, pero es prácticamente seguro que deberán contar con el PSOE para formar gobierno. Si así fuera, ¿en qué condiciones?, ¿los socialistas, en su caso, las aceptarían sin rechistar? Tengo mis dudas.

Los reglones de la campaña están escritos. “Los mismos perros con los mismos collares”. Los distintos partidos ¿se “mojarán” expresando de manera clara, si fuera preciso (¡que lo será!), con quiénes pactarán (o no) y en qué condiciones? De momento volotean, acudiendo al argot popular mengen fasols.

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