Tras más de cuatro meses de parálisis, como consecuencia del resultado derivado de las elecciones del pasado diciembre, al final se demostró que la estrategia correcta era la del presidente del gobierno en funciones, Mariano Rajoy: como una esfinge, el líder del PP esperó a que el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, fracasara en sus complicados intentos para formar gobierno y, en los comicios de finales de junio, espera sacar réditos de ello. Salvo la aparición de casos de corrupción que afecten a su partido, Rajoy espera recuperar (parte del) voto perdido hacia la abstención y, en menor medida, a Ciudadanos, al aparecer como la única formación que puede garantizar la estabilidad política, sin acuerdos con los independentistas, además de seguir con los criterios marcados por Bruselas (algo a lo que serán receptivos los votantes mayores, poco ansiosos de aventuras políticas y económicas).
Esto y una mínima mejora de Ciudadanos, que ha sido percibido como un partido "responsable" a la hora de intentar formar gobierno (pero que puede pagar su cercanía al PSOE durante estos meses de negociación), podrían facilitar una suma cercana a la mayoría absoluta entre las dos formaciones de centro-derecha. Otro posible ganador ante la situación actual podría ser el líder de Podemos, Pablo Iglesias. Pero condicionado a dos factores: que logre forjar una alianza con IU (lo que le permitiría disputar, con opciones, el segundo puesto al PSOE y convertirse, así, en líder de la oposición) y que el electorado de izquierdas no se frustre y no le castigue con la abstención, si cuajara la imagen de que se ha impedido un "gobierno de progreso". Estas son las cartas actuales€ para evitar que pase lo peor: una repetición más o menos exacta, por bloques, de los resultados de diciembre.
