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Decadencia catalana

Carles Gasòliba, economista, exeurodiputado y militante antiguo de CDC, ha decidido abandonar la presidencia del Cidob (Barcelona Center for International Affairs) y no optar a la reelección. La razón ha sido su discrepancia con el gobierno de la Generalitat, y en concreto con la recién creada consejería d'Afers Exteriors, que quiere dar a esta institución un sesgo político que la ponga al servicio de la causa soberanista.

Gasòliba llevaba al frente del Cidob desde 2012, y bajo su mandato este organismo se convirtió en un gran think tank dedicado a la investigación y divulgación de distintos ámbitos de las relaciones internacionales. Basta consultar su página web para entender el magnífico papel que estaba realizando, al servicio de la cultura y de los grandes valores convivenciales. Sus líneas actuales de investigación versan sobre las migraciones y las dinámicas interculturales, los nuevos retos de la seguridad internacional y el análisis del desarrollo desde el punto de vista inclusivo y de sostenibilidad.

En definitiva, una institución intelectual de gran prestigio, que ha dado nivel académico a Cataluña y a toda España, se somete al imperio pusilánime y pequeño de la causa nacionalista. Y personas de extraordinaria valía que no quieren recluirse en este nicho localista y enjuto son excluidas. Es la decadencia catalana, tan contagiosa como impertinente.

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