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Ramón Aguiló

Escrito sin red

Ramón Aguiló

Entre el poder y la delincuencia

Estaba hablando hace unos días con un muy querido amigo sobre todo lo que está sucediendo en España estos últimos tiempos. Haciendo mención...

Estaba hablando hace unos días con un muy querido amigo sobre todo lo que está sucediendo en España estos últimos tiempos. Haciendo mención específica a lo que está pasando las últimas semanas. La sensación compartida era el desánimo ante el cúmulo de noticias deprimentes que procedían del poder, entendiendo la palabra en su sentido más amplio, que afecta no solamente a los partidos políticos sino al poder mediático, el poder económico y a algunos sectores del poder judicial. La sensación, después de la detención de Luis Pineda de Ausbanc y Miguel Bernad del pseudo sindicato de Manos Limpias, es que el mal afecta a importantes sectores de nuestra sociedad. La tesis de mi amigo era que la presencia y extensión del mal, este mal intrínseco a la naturaleza humana, era mucho más intensa ahora que en la sociedad que conocimos en nuestra juventud. Yo no estoy muy seguro que esto sea así. Cuando nuestra juventud el poder controlaba de forma mucho más férrea la información. También hubo grandes escándalos políticos y económicos: Matesa, Redondela, y otros muchos que ya no recuerdo. Pero lo que me parece más determinante para dudar de la específica maldad de este momento es la distinta concepción del mundo que tenemos los que rondamos o sobrepasamos los sesenta respecto a la que teníamos cuando gozábamos, sin ser conscientes de ello, de los veinte años. Algo más sabemos sobre el mundo, no ya por la inteligencia que pueda escrutar sobre los arcanos de lo que vaya apareciendo, sino por la inevitable sabiduría que conlleva la experiencia del vivir: la capacidad que da de emitir un juicio ponderado de la realidad.

Nos hemos enterado que José María Aznar ha sido multado por la Agencia tributaria con 70.403,96 euros y se le ha realizado una liquidación complementaria de 199.052,19 por los ejercicios de 2011 y 2012. Parece ser que una parte importante de sus ingresos como conferenciante, derechos de autor, etc., los declaraba no como IRPF, que es lo que está establecido para todos los contribuyentes, sino como ingresos societarios, que están sujetos a una fiscalidad mucho más baja. El escándalo ha sido enorme. Pero no solamente por lo que dice de un ex presidente de España, inspector de finanzas, que practica lo contrario de lo que propugnaba entonces, especialmente sobre la ejemplaridad (hemos visto algunas imágenes de sus peroratas fiscales de la hemeroteca televisiva que se nos han ofrecido estos días, que causan bochorno), sino por lo que nos dice sobre la actuación de los políticos y del mismo Estado. Aznar ha recurrido a la fiscalía para denunciar la publicación de sus avatares fiscales, que sólo pueden proceder de filtraciones de la Agencia Tributaria, un delito. Pero la incursión del responsable político de Hacienda, Montoro, en esos terrenos pantanosos ya la habíamos experimentado cuando desde la tribuna del Congreso amenazaba a cineastas y demás miembros de la farándula, o desvelaba los entresijos fiscales del podemita Monedero por desgravar ingresos mediante sociedades. Fuera directamente Montoro o no, la especie de que hizo esperar una hora a Aznar en el antedespacho antes de recibirle, y la propia noticia, ilustra sobre las profundas desavenencias en el seno de un PP sin liderazgo, fiado exclusivamente, ante unas muy probables elecciones anticipadas, a mantener sus votos gracias al temor de muchos ciudadanos a los devaneos de Sánchez con Pablo Iglesias. Es la realidad de un Estado al que el gobierno del PP utiliza de forma torticera contra sus adversarios políticos.

Los "Papeles de Panamá" han tenido la virtualidad, no solamente de conocer que empresas reputadas como Riu y Meliá figuraban entre los clientes del bufete Mossack Fonseca, sino que personalidades como Almodóvar, Imanol Arias, Pilar de Borbón, Oleguer Pujol, Micaela Domecq, González Panero (el Albondiguilla), Blesa, Alberto Alcocer, Alberto Cortina, Borja Thyssen, Aleix Crivillé, J. L. Núñez, Eufemiano Fuentes, la mujer actual de Felipe González, Rodrigo Rato (¡exministro de Economía y Hacienda!) etc., también pastoreaban por los paraísos del trópico. Pero el caso más espectacular es el del ministro Soria. Su explicación, paralela a su dimisión, de afirmar, al ritmo con el que los periodistas desvelaban la documentación que probaba sin ningún género de dudas lo contrario de sus comparecencias exculpatorias, de que no recordaba hechos acaecidos hace veinte años se compadece poco con la idea de que el proceso del Alzheimer comienza más tarde. Los últimos documentos presentados son del año 2002, hace catorce años, no veinte; y cuando ya desempeñaba responsabilidades políticas. Sus mentiras ilustran sobre una falsa creencia que políticos presuntamente inteligentes mantienen de forma absurda: que nada se va a saber de sus historias ocultas. Más pronto o más tarde todo se llega a saber si alguien más que tú sabe algo de ti o hay documentación en algún sitio. El corolario que se sigue es que no son gente inteligente. Incluso más, a la vista del espectáculo: demuestran ser muy tontos.

Pero el hecho que más ha evidenciado la presencia del mal es toda la historia de Ausbanc y Manos Limpias. ¡Y pensar que muchos habían manifestado su vergüenza porque tuviera que ser Manos Limpias, una organización de dudosa actividad, dirigida por un personaje de la extrema derecha, como única acusación popular la que posibilitara, ante la falta de acusación del fiscal Horrach y la abogacía del Estado, que la infanta Cristina se sentara en el banquillo de los acusados por un presunto delito fiscal! Ahora ya se sabe que Miquel Roca denunció un intento de extorsión ofreciendo retirar la acusación a Cristina a cambio de recibir tres millones de euros. Además, un director de unos servicios bancarios ha denunciado públicamente los intentos de extorsión, la financiación de la publicidad en revistas de Ausbanc y otros servicios simulados a cambio de seguridad. Ha denunciado que si no cedías a la extorsión te amenazaban con hundir tu negocio. Algunos en Mallorca sabemos algo de esto. Ya sabemos lo sensible que es el mundo del dinero a determinadas noticias negativas sobre una entidad. Grabó a Pineda y le denunció. Su denuncia no fue primero admitida, después en primera instancia le dieron la razón. Que le quitó un magistrado del Tribunal Supremo habitual entre los columnistas de las revistas de Ausbanc. Pero lo dramático es que este señor ha sido el único que denunció los presuntos intentos de extorsión. Excepto el BBVA, el resto, Santander, CaixaBank, Bankia, Sabadell, Popular, Unicaja, Ibercaja, BMN, han admitido que tras la detención de Pineda habían cortado toda relación con Ausbanc. Todos han pagado. Todo ello ilustra sobre la cobardía y la complicidad del poder económico con el mal. Y la colusión de algunos jueces y magistrados, del propio Tribunal Supremo, con el propio mal. Veremos que hace el Consejo General del Poder Judicial. A los jueces se les debe conocer por sus sentencias, no por su participación en saraos, ni de la administración, ni del poder mediático, ni del poder económico. El panorama es devastador.

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