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Pilar Garcés

El desliz

Pilar Garcés

Esperando las becas comedor

Es muy posible que los espectáculos taurinos sean abolidos y que podamos pasear por los jardines de Marivent antes de que las familias de Balears reciban el importe de las becas de comedor de este curso. Desde luego, todo apunta a que el dinero de dicha ayuda tan básica llegará a sus destinatarios cuando las clases hayan prácticamente acabado, tan largamente agónica está resultando su tramitación. Hay estudiantes que han aprendido a leer y escribir en el tiempo que le ha costado a la conselleria resolver la convocatoria. Cabe resaltar que habrán utilizado este servicio los alumnos cuyos padres puedan adelantar de su bolsillo los fondos para pagarlo, lo que no deja de ser una desgraciada incongruencia. Además, más de mil familias que cumplen los requisitos para tener la beca se han quedado sin ella porque la partida destinada a este fin no alcanza para todos los demandantes. Uno de esos humildes temas sangrantes que nunca copan las portadas. Es verdad que veníamos del páramo social del Govern de José Ramón Bauzá, que diezmó las ayudas aprovechando la crisis mientras se gastaba un millón público al año en terapias alternativas de grapas y teléfonos de última generación para su equipo. Sus prioridades en materia de enseñanza iban más por incordiar a la comunidad educativa marginando el catalán y encumbrando el inglés que por garantizar las necesidades básicas de los más vulnerables en los malos tiempos. Entre 2008 y 2015, más de 2.100 niños de las islas dejaron de acudir al comedor escolar, cerraron algunas de las cooperativas que los atienden y sus empleados se quedaron sin trabajo. Son datos que dan mucha pena si se comparan con los indicadores del nivel de riqueza de una sociedad opulenta como la nuestra. Cifras que contrastan con el turismo en alza y los grandes números de una economía en recuperación.

La conselleria de Educación ha anunciado que la convocatoria de las becas de comedor se va a efectuar a la mayor brevedad, lo que significa un nuevo papeleo incluso antes de cobrar las de este curso ya concedidas. Algo se habrá avanzado, pero sabremos que las cosas cambian de verdad con este Govern de progreso, mayoritariamente femenino y que se dice preocupado por las personas, cuando las políticas pequeñas que dan oxígeno a las familias con la economía colapsada se ejecuten de forma automática y se consideren intocables so pena de una rebelión social. Se trata de un servicio que tiene que ver con la salud infantil, pero también con la necesidad de que los adultos compaginen la jornada laboral con el cuidado de los hijos, la famosa quimera de la conciliación. A muchos no les sale a cuenta trabajar por el salario mínimo y pagar el comedor. Así las cosas, suele ser la madre la que se queda en casa para que cuadre el presupuesto doméstico.

Hace unas semanas, un estudio de la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas concluía que los recortes en Educación durante la crisis se cebaron con las familias, que vieron aumentar un 28 por ciento su gasto en esta materia, mientras que el de las administraciones públicas descendía un 15 por ciento. En algún momento de la legislatura se habrán de revertir estas cifras. Están pasando los meses, se anuncian mejoras, pero con esa poca prisa de quien ve lejanos los exámenes finales. Con una actitud que hace presagiar el suspenso.

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