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Llorenç Riera

El ministro que despreció a Balears

José Manuel Soria se va. Ha tropezado con los papeles de Panamá y ha quedado enredado con sus vínculos empresariales en paraísos fiscales como las Bahamas y Jersey. Ni siquiera puede levantarse para permanecer en funciones. Dimite. Su porte altivo se difumina. Por lo menos no seguirá perjudicando y menospreciando a Balears. Mejor indefensos que atacados. Este es el parco consuelo que pueden tener estas islas ante la dimisión del ministro de Industria y Energía, antes que de Turismo, que estuvo a dos pasos de teñir de negro petróleo el mar balear.

Incluso en el enrevesado y muy celoso mundo de la política española resulta imposible hallar a un responsable ministerial de Turismo que, de modo incomprensible, haya perjudicado tanto a los intereses de Balears. Por no entenderse, ni siquiera se ha avenido con sus afines y correligionarios del PP. Por mucho que Miquel Vidal pusiera ayer énfasis en señalar que se puede tomar ejemplo de la rápida dimisión del ministro, Soria también ha sido quien, en la antesala de las elecciones, no se molestó en avisar a su partido de que Cairn Energy renunciaba a las prospecciones petrolíferas en el Mediterráneo. O quien, ante el riesgo de quedar en evidencia por incompetencia personal, vetó a Miquel Ramis como secretario de Estado de Turismo y puso en el cargo a la más insensible y dócil Isabel Borrego.

Pero desde la perspectiva balear, a José Manuel Soria hay que reprocharle sobre todo y sin atenuantes que incumpliera las promesas electorales de su partido y gravara con impuestos hasta el sol que da vida y riqueza a Balears. Soria favoreció a las eléctricas en perjuicio de la energía solar, pero también fue el ministro que no tuvo reparo alguno en incrementar el IVA turístico y por contra, consideró "un disparate" la ecotasa. El hombre canario que parecía desconocer y por tanto valorar el hecho insular, también canceló las inversiones prometidas para la Platja de Palma y, para rematar los perjuicios a estas islas, en la última temporada frustró los viajes del Imserso. El mayor agravio, irreversible de haberse consumado, hubiera estado en las prospecciones petrolíferas que pusieron en jaque al Govern Bauzá y que el ministro de negocios personales opacos nunca negó del todo.

Resulta incompresible que el Govern Armengol no haya podido lograr una reunión formal con el ministro de Turismo que ahora se ve forzado a dimitir. En él ha prevalecido el gesto altivo incongruente antes que la responsabilidad política y el sentido institucional. Soria ha sido el ministro parcial y partidista, enfrentado a su propia familia política y en el que ha primado lo privado por encima de lo público. No será un referente para Balears. No puede serlo quien, desde una posición de servicio público, ha alentado más perjuicio que beneficio y no ha entendido de equidad ni buena administración turística. Es posible que Balears no tenga quien le atienda en Madrid, pero por lo menos sabe que el adversario ya no está.

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