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Preguntas

Hay preguntas que se hacen a la búsqueda de la mera reafirmación de quien las formula. Cuando los simpatizantes de Podemos contesten por vía telemática ese procedimiento tocado por la sospecha de todo lo que es invisible a la pregunta de si están de acuerdo con la propuesta de gobierno de cambio que defiende la dirección de su partido no harán otra cosa que reafirmar a Iglesias al frente de su máquina de guerra y mantener cerrada la puerta al partido tranquilo que le gusta a Errejón.

Los malos augurios demoscópicos colocan al líder de Podemos en la tesitura de cubrirse las espaldas ante la posibilidad de que fracase la búsqueda de una mejora de la posición política por la vía de repetir las elecciones. La consulta convertirá lo que era exclusiva responsabilidad de un líder empecinado en culpa compartida sin que las críticas por un eventual retroceso electoral caigan sólo sobre la cabeza más visible.

Ahora se confunde abrir la organización a la participación con la profilaxis de colocar a la militancia entre quien dirige y los problemas que debe resolver. Antes de la consulta de autoafirmación de Iglesias Pedro Sánchez dio voz a los afiliados para blindarse frente a los barones. Como recurso de supervivencia política ese tipo de consultas resultan irreprochables aunque nada contribuyan a aportar soluciones. La utilidad y el interés de conocer el pensar de quienes a priori comparten posición queda anulada por la formulación siempre tramposa de las preguntas.

Las buenas preguntas son imprescindibles para desentrañar los problemas. En el mundo de la ciencia y el saber, que opera con exigencias muy distintas de las que mueven la actividad pública, los mejores se distinguen por atinar en la formulación de interrogantes cuyas respuestas amplían el conocimiento. Preguntar es arriesgarse a que la contestación descoloque a quien pregunta y le obligue a reformular muchos de sus planteamientos. Sin esa disposición honesta y abierta toda consulta es un acto reiterativo, de validez limitada a quien la promueve y sólo circunscrita a su interés.

En el caso de Podemos además las preguntas de la consulta están cortadas tan a medida que llegan a ser redundantes, hasta el extremo de que una doble respuesta afirmativa o negativa queda fuera del horizonte de sucesos posibles. ¿Cómo interpretar el deseo que quien contesta que sí apoya el pacto de PSOE y Ciudadanos y a la vez muestra también su acuerdo con la fórmula valenciana? ¿Estarán diciendo que cualquier salida es preferible a que el PP siga en el Gobierno otros cuatro años? Y, por el contrario, ¿cómo encajamos un doble "no"? ¿será algún partidario de la gran coalición de Rajoy infiltrado en las líneas telemáticas de Podemos?

La repetición de elecciones es un hecho cada vez más cierto salvo que las autodenominadas fuerzas del cambio tengan la osadía de explorar terrenos distintos al escenario bélico en el que están embarradas. Unos nuevos comicios arruinarían de forma definitiva la creencia ingenua de que detrás de los resultados electorales existe alguna forma de inteligencia colectiva.

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