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La revolución pendiente

Si la guerra de Irak tuvo su trío de la bencina en Bush, Blair y Aznar, también el régimen bolivariano de Hugo Chávez quiso contar, salvadas las distancias, con tres tenores que le diesen lustre. Los elegidos para la gloria fueron los profesores Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero y Jorge Verstrynge, a quienes un documento firmado por el comandante-presidente de Venezuela alistó en las filas del "pensamiento revolucionario".

De los dos primeros no hay duda, ya que han reivindicado sin complejos su devoción por el leninismo. Sorprenderá quizá algo más a los no iniciados la inclusión de Verstrynge en la terna de los insurgentes. No parece razonable definir como hombre de "avanzada revolucionaria" a un político que fue durante siete años el secretario general de Alianza Popular en la fase menos moderada de Fraga. Pero todo tiene su explicación.

A pesar de su apellido erizado de consonantes foráneas, Verstrynge luce una inconfundible biografía de patriota español. Pasó de su admiración primeriza por José Antonio Girón un falangista que le daba lecciones de franquismo a Franco a su actual militancia en el "nacional-comunismo". Entremedias, transitó por Alianza Popular y el PSOE, aunque eso pertenezca al negociado de la anécdota. Lo sustancial es que, ya ejerciese de fascista, de comunista, de conservador o de socialdemócrata, siempre mantuvo el espíritu nacional.

Nacionalista es también, además de socialista, el régimen ahora declinante que Chávez quiso instaurar en Venezuela con inequívocas apelaciones a la "Patria Grande" de Bolívar. No ha de extrañar, en consecuencia, que el comandante reputase a Verstrynge de revolucionario. De hecho, el fascismo español (como todos los demás) no le hacía ascos a ese concepto, según revela el lema: "Por Dios, España y la revolución nacional-sindicalista" que solía cerrar los comunicados de la Falange. Un partido que durante los cuarenta años del franquismo no paró de apelar, por otra parte, a la "revolución pendiente".

Coincidían aquellos revolucionarios del fascio hispano con los de hoy en abominar de la banca, del capitalismo, de la plutocracia y de los judíos (hoy convertidos en sionistas por razones de marketing). Dado que los extremos tienden a tocarse y hasta a confundirse, parece lógico que el nacionalista Verstrynge peregrinase desde el sindicalismo nacional de Girón al nacional-comunismo sin moverse apenas del lugar en el que estaba al comienzo de su andadura.

Cierto es que entre la militancia más naif de Podemos siguen rechinando las posiciones de Verstrynge en materias como, un suponer, la inmigración, tan parecidas a las que sostiene en Francia la líder del Frente Nacional Marine Le Pen. De ahí que no sea del todo bien visto en un partido como el de Iglesias, aunque tampoco eso haya sido obstáculo para que se reclamasen sus servicios como asesor.

Mucho menos escrupuloso y sin duda más clarividente, el comandante Hugo Chávez no dudó en apreciar hace ya varios años las cualidades de Verstrynge, hasta el punto de situarlo en pie de igualdad con Iglesias y Monedero dentro de la avanzadilla del pensamiento revolucionario entonces de moda por Caracas. Décadas después de lo de Girón y Fraga, quizá el exsecretario general de AP tenga ahora oportunidad de culminar la siempre aplazada revolución pendiente.

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