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Antonio Tarabini

Rumores y esperanzas

Hoy, lunes de Pascua, se reanuda el triste espectáculo. Han transcurrido desde las elecciones 99 días, más de tres meses, y ni unos ni otros han sido capaces de alcanzar una mayoría suficiente para formar gobierno. Y faltan 35 días, un mes y pocos días, para alcanzar la fecha, el 2 de mayo, para disolver las Cortes y convocar nuevas elecciones el 26 de junio. Mientras el gobierno en funciones, con su timonel Rajoy al frente, se niega a dar cuenta de su gestión política al Parlamento, donde reside la soberanía popular. Aviso para navegantes, la Constitución estrecha la vigilancia sobre el control del déficit. Parece que se decanta por darnos un año extra. Pero habrá que negociar las condiciones. Suponiendo que no se hubiera formado nuevo gobierno, ¿quién negociaría?, ¿el Gobierno en funciones del PP, sin ningún control ni mandato del Parlamento? Ante tal rocambolesca situación, las reacciones son plurales.

Unos, los socialistas y Podemos con sus confluencias, siguen todavía esperanzados en la posibilidad de consensuar un pacto de gobernabilidad estable que posibilite una mayoría parlamentaria y un gobierno de cambio, reformista y progresista. El próximo miércoles se reúnen, si no se aplaza de nuevo, Sánchez e Iglesias para explorar sus posibilidades reales. Fácil no lo tienen. Las desconfianzas son mutuas. Los podemistas están enfangados en luchas internas que, no siendo invenciones de los medios ni de sus adversarios políticos, no facilitan el acuerdo. Pablo D'Artagnan contra Athos, Aramis, Porthos y viceversa. Siguen rechazando, va de retro, los acuerdos de los socialistas con el C's, a pesar de que unos y otros aseguran que sus contenidos están abiertos a cambios. Los socialistas siguen reticentes a un pacto "a la valenciana" que implique el voto, aunque sea de abstención, de partidos soberanistas. Sin olvidar la metedura de pata de Sánchez pidiendo SOS a Tsipras, primer ministro griego. A su vez Rivera, en su papel de Pimpinela Escarlata, da una de cal y otra de arena.

En la otra frontera los populares, con Rajoy como líder y guía, siguen empecinados con el gran pacto (PP, PSOE, C's) o un gobierno PP-C's con la abstención de los socialistas. Hoy por hoy formar un gobierno de partidos de orden en esta primera fase liderados por el PP, es muy improbable, debido entre otros factores a la inacción de Rajoy y la imposibilidad metafísica de que de un paso atrás. No existe ninguna propuesta escrita que incluya las bases programáticas de tal coalición, a no ser que den por supuesto que seguirán vigentes las políticas desarrolladas por los populares. Mientras Rajoy sigue apoltronado en su chaise longue esperando que Rivera y Sánchez se comuniquen con él. Su perspectiva es la confianza de obtener mejores resultados en unas nuevas elecciones, aunque tengan que sufrir a la mosca cojonera de Rivera.

Frente a tales aporías, el rumor de unas nuevas elecciones toma fuerza. Todas las encuestas auguran unos resultados similares, con cambios que sin ser relevantes pueden resultar significativos. Es posible que los populares disminuyan sus escaños, aunque no sea de modo relevante; mientras Ciudadanos mejora sus resultados. La simbiosis de ambos, PP-C's, no alcanzaría la mayoría absoluta, pero estaría cerca de obtenerla. En la acera de enfrente es muy posible que los socialistas mejoren sus resultados, pero no de modo relevante Ya sea porque sus adversarios, PP y Podemos, sin duda utilizarán como argumento electoral que Sánchez es el máximo culpable de no haber llegado a acuerdos; y/o porque los socialistas siguen sufriendo dificultades para recuperar credibilidad y confianza. Y es posible que Podemos, aún perdiendo votos, si se presenta en una misma candidatura con IU, pueda obtener uno de sus máximos objetivos: el sorpasso a los socialistas, convirtiéndose en el referente de la izquierda española.

Si así fuera cabría la posibilidad de plantear, con el soporte de los poderes fácticos internos y externos, un gobierno de centro-derecha, PP-C's, abierto al centro-izquierda de los socialistas, incluyendo independientes de prestigio consensuados. Tal fórmula les permitiría "controlar" los necesarios cambios legislativos y de la Constitución, así como diseñar mejoras colaterales en sus políticas socioeconómicas que no impliquen ningún cambio real. Su base de presión, si se dan las circunstancias, sería la pérdida de relevancia del PSOE, lo que permitiría "fuertes presiones" internas y externas. El inconveniente, y no menor, es que los socialistas si cayeran en tal tentación convertirían al PSOE en un partido marginal como el PASOK en Grecia.

No tengo una pócima mágica, pero lo cierto es que el resultado final de este maldito jeroglífico es imprevisible. ¿Es previsible un gobierno de coalición de cambio? Posible es, si se superan prejuicios, cerrazones, y absurdos juegos de tronos y sillas. ¿Son previsibles unas nuevas elecciones? Probables son, porque a la fuerza ahorcan.

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