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Matías Vallés

Al azar

Matías Vallés

Construid sa Feixina

El monolito de sa Feixina es fascista por su simbología y su robusto talle. En Bucarest sería un monumento estalinista, pero el extranjero nunca ha despistado a quienes decidimos nacer en Mallorca. Resuelta la adscripción, el Ayuntamiento incapaz de liberar al Born de las terrazas invasoras no puede impartir lecciones de inquietudes estéticas. Cort volverá a quedar en ridículo si no derriba el trasto, pero no ganará ni un átomo de gloria con la demolición. Es el sino de la política contemporánea. Y ya que me piden socorro, propondré una solución de consenso, que satisfaga simultáneamente a las posiciones encontradas.

La derecha recalcitrante, capitaneada por Arca, no solo se opone a la desaparición del monolito por añoranza. Padece por definición el horror vacui, el pánico a un pedazo de ciudad desocupado, sin axiomas. Por ello, solo hay algo más importante para los carpetovetónicos que un homenaje al franquismo, y es un tributo al cemento. Cort no puede derribar la estructura fascista y desnudar el espacio al mismo tiempo. La solución salomónica consiste en proponer un edificio de diez plantas en lugar del monolito. En ese preciso instante, caducarán las concentraciones nostálgicas y las banderas con gallinazos. Construid sa Feixina. Ganaréis hoy el aplauso y mañana el voto ultraconservador.

El regreso por necesidad de la economía del trueque ha de compensarse con la instauración de la política del trueque, por algo hablamos de un enclave equivalente a la parisina plaza del Trocadero. En cuanto Cort muestre los planos de los pisos de lujo en sa Feixina, los soliviantados bajarán los brazos, enarbolarán la necesidad de proteger a los emprendedores y de mejorar el espacio natural a golpe de hormigón. Si protesta algún ecologista a bicicleta, los mayores defensores del monolito la emprenderán a paraguazos, para defender la seguridad jurídica que ha de velar eternamente por los constructores de Mallorca. También se me había ocurrido la adaptación del monumento a un monolito-can, una estructura amable para uso de los vecinos que no saben donde desaguar a sus perros. Por ideas que no quede.

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