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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Los triunfos de Podemos

El sistema electoral español está cuidadosamente diseñado para un reparto del botín entre dos partidos, con colaboraciones episódicas de terceras...

El sistema electoral español está cuidadosamente diseñado para un reparto del botín entre dos partidos, con colaboraciones episódicas de terceras fuerzas. La historia no nos dejará mentir. Los comunistas quedaron por debajo de 25 diputados en su momento de gloria, el mejor resultado de un partido distinto de PP/UCD o PSOE. En las penúltimas elecciones, UPD obtuvo cinco escaños y se hablaba de alternativa al bipartidismo. Por entonces no existía Podemos, creado en 2014 y que un año después pasaba de cero a 69 parlamentarios. Con esta ley, ninguna formación repetirá jamás una explosión semejante. Sin trucajes, el partido de Pablo Iglesias se hubiera acercado al centenar de asientos, empatando a los populares y dejando atrás al PSOE. Así ocurrió de hecho en numerosas regiones. Desde cero, cabe repetirlo a cada paso.

El triunfo de Podemos, inigualable en el futuro y sin precedentes, no solo debería merecer un mínimo reconocimiento. También habría de ser objeto de estudio admirativo. Sin embargo, incluso un seguidor de Sálvame observa con cierta estupefacción que Pablo Iglesias se lleva todos los garrotazos del Puerto de Arrebatacapas de la política española. Los adalides de bipartidismo irredento prefieren destruir al recién llegado, antes que adaptarse a la nueva situación. Ya se puede escribir con tranquilidad que la formación emergente es más corrupta que el PP, y que la fractura con Errejón desborda en gravedad a los mensajes amenazadores de Rita Barberá a los dirigentes conservadores que se atreven a criticarla.

Ante la histeria, cabe rescatar por excepcional el juicio de un destacado liberal como Eduardo Serra, alto cargo de PSOE y PP por voluntad regia. Celebró que las mismas personas que rodeaban el Congreso hayan accedido al hemiciclo por medios pacíficos, y respetando la tramposa ortodoxia electoral hasta el último voto. Antes de sumarnos a la orgía contra Podemos, convendrá reconocerle el apaciguamiento de una calle soliviantada por la mayor desigualdad que vieron los siglos, la reducción del soberanismo catalán a sus términos reales y el rejuvenecimiento de la Jefatura del Estado. Ahora, sigamos arreando.

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