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De la prensa

"Desde hace seis años cuido de mis suegros. No tengo una noche libre para cenar con amigos, tengo una casa en la playa y llevo meses sin poder ir". ¿Quién habrá dicho estas palabras, un hombre o una mujer? Pues se equivocan: ha sido un hombre; concretamente, José Ángel Lozoya, participante días atrás en una jornada sobre nuevas paternidades y masculinidades organizada por la Universidad de Deusto. El señor Lozoya es miembro de la Red de Hombres por la Igualdad, uno de los supongo que escasos movimientos masculinos que buscan acabar con una discriminación social que más bien supone explotación e injusticia. Lozoya se define como amo de casa, sexólogo y especialista en género, y además dice verdades como puños; por ejemplo, a la hora de referirse al cuidado de los mayores asegura: "Hombres y mujeres pueden cuidar y lo hacen igual de bien. Los hombres sabemos hacer de todo, si no hacemos algo es porque no nos interesa. Y cuidar de los mayores no goza del glamour que sí tiene el hacerse cargo de los hijos pequeños entre los padres igualitarios". En boca de un caballero que habla por propia experiencia, la realidad que refleja esta opinión quizá saque los colores a alguno de los muchos que aún sostienen que todo lo incómodo, lo doméstico y lo que acaba con la independencia personal es, por definición, cosa de mujeres.

En otro sentido, recojo datos de un artículo sobre la imparable caída de la clase media española. Dicha franja se define por alcanzar un sueldo anual entre 20.000 y 30.000 euros, y en 2013 sólo representaba un 15% de nuestra población. Ahora, afirma el artículo, el español medio cobra alrededor de 19.600 euros al año. La precariedad económica de las familias de clase media los nuevos "vulnerables", según el Banco Mundial avanza a un ritmo imparable y peligroso, a juzgar por la última encuesta de calidad de vida del INE. El 24,5% de los españoles con educación superior no puede permitirse salir de vacaciones al menos una semana al año. El 22,3% no tiene capacidad para afrontar gastos imprevistos. Y un 6,5% ha tenido retrasos en pagos relacionados con la vivienda principal (hipotecas, agua, luz, gas, comunidad). Entre 2008 y finales de 2015 se han destruido 2,5 millones de empleos. Más de medio millón son profesionales, pequeños y medianos empresarios o cooperativistas; el resto (menos "tan sólo" 54.000 empleos del sector público) corresponde a asalariados del sector privado.

El entrecomillado del "tan sólo" es de la periodista que redacta el artículo. Imagino que no tardará en publicar otro, igual de bien documentado, sobre los casi dos millones de ciudadanos que, muy probablemente, después de perder el trabajo se incorporaron, si es que ya no estaban allí, a la "clase trabajadora" (entrecomillado del artículo también). Claro que éstos seguro que sufren menos que los de la clase media: al fin y al cabo, ya estarían acostumbrados a tirar con cualquier cosa.

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