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Análisis político sin traducir

Resultaría sencillo, como podrán comprobar. Sin embargo, el alma del idioma y sus implícitas sugestiones podrían verse afectadas por esa normalización que siempre tiene un algo de engañoso. Así que aquí tienen ráfagas de conversaciones varias sobre el merder postelectoral; retazos convenientemente ensamblados sin abdicar de un estilo que es, a la postre (Oscar Wilde) lo que de verdad cuenta.

-¡Menudo chunchumé! afirmó el oriundo. ¡Como para alquilar sillita, escucha!

-Ciertamente, no puedo por menos que darte la razón repuse porque no se vislumbran acuerdos, así que, en junio, vuelta a empezar.

-¡Ya me explicarás! Los de Podemos, genteta con ganas de ser cosa. Y su jefe va tan enderrer que se le ve venir.

-¿Leíste sus declaraciones? pregunté. Daba por sentada la vicepresidencia?

¡Ves! exclamó. Y el problema es más gordo porque el Pedro ése anda empardalado y sin saber dónde meter la baña. Bueno repuse, pero estarás de acuerdo en que las últimas semanas parecía con más cintura. Si finalmente el PP o los podemitas se hubieran abstenido en la segunda votación, y? ¡caaaaa! me interrumpió. ¡Sabes que es de difícil esto, peró! El Sánchez está cada vez más pansido entre unos y otros que lo que cercaban, tanto el Iglesias como los del Gobierno, son nuevas elecciones.

Unas pocas sílabas pueden marcar la diferencia entre lo entrañable y el aburrimiento frente a un debate que se ha enseñoreado de tertulias y medios, de modo que entenderán mi interés por unir, a la visión del entuerto, el singular léxico como otro camino para transitar la realidad de estos días. Y es que el lamentable espectáculo también puede ser comedia en boca de según quién y mostrarla en toda su desnudez. En esa línea, nuestro interlocutor bien podría hacer suyo el deseo de Juan Ramón Jiménez: "Que mi palabra sea / la cosa misma / creada por mí nuevamente". Para servidor, todo un placer como podría serlo escuchar la disección en Jerigonça o Gíglico, ya saben: el lenguaje de los personajes de Cortázar en Rayuela. Por cierto: tendrían que haber visto al tercero del grupo, castellanohablante sin otro idioma en cartera y motivo de que el mallorquín, previo pacto conmigo en un aparte, se esforzara en hacerse entender sin por ello abdicar de unos giros que, para el foraster, suponían una críptica novedad y lo mantenían a caballo entre el meollo de las opiniones y un asombro perplejo.

Rajoy ya dijo en Bruselas que en junio podrían verse otra vez las caras terció el monolingüe, lo cual indica que alberga esperanzas? Y Podemos también podría salir beneficiado rematé. ¡No seais cojoneras! nos reprochó. Todo esto son ochos y nueves creyendo que somos benditos. Lo que pasará no lo sabe nadie. El Mariano es un trozo de asno y el Iglesias un barrudo que sólo hace que embargarle lloscas al del PSOE. Cada vez, ¡papaaaam!, mientras el otro, mirando a tierra como si no pasara nada. ¡Uep! se dirigió al camarero. Ya nos puede llevar todo esto. Pues lo que os decía: por badocar, al Pedro le pasarán por encima hasta los suyos. Está hecho de él. Los del PP no saben hacia dónde tirar y el Pablo éste sólo mira para su casa. ¡Y que no es guapo, esto? Yo, la verdad, cada día estoy más empreñado con esta presa de pelo?

En llegados ahí, intenté el consenso: es posible esa lectura, efectivamente, pero no sería de recibo que los mismos, de nuevo? No pases pena por esto me tranquilizó. El Mariano se irá y no importará que haga faena porque ya debe tener ahorrado lo suyo, pero no estaría mal que los otros se fueran también, tira tira, a casa de una puta.

En el curso de la conversación, comencé a barruntar que no todas las palabras, como afirmó no sé quién, están al alcance de cualquiera y, por lo que hacía a nuestro común amigo, eso de que cada lengua es también un modo peculiar de sentir e interiorizar se diría que no rezara con él y, cuando traducida a trancas y barrancas, amenazaba, por boquiabierto, con dejarle una luxación maxilar. Por ello, decidí poner fin al encuentro hasta nueva ocasión.

-En fin, parece que se está haciendo tarde? Si queréis, nos vemos cualquier día de estos y seguimos.

-Bien, pues nos diremos cosas. Por cierto se dirigió a mí al tiempo que se levantaba: ¿tú cómo lo tienes, mañana? Si te va bien, te doy un golpe de teléfono. Pero seguro, ¿eh? No como los políticos? Y tú haz la tuya o ya dirás si te viene de gusto.

Al quedarnos solos, el peninsular me comentó: un poco agresivo, ¿no te parece? ¿Por qué? le pregunté, sorprendido. Por lo del golpe con el teléfono? ¡Qué va! repuse: una forma de hablar. ¡Será eso! exclamó, dubitativo. Tras despedirnos, tuve por seguro que con los análisis sin traducir no habíamos aclarado gran cosa. Y de haberlo hecho, tampoco. Como los parlamentarios, por otra parte, y es que en todos lados cuecen habas. ¡O qué te piensas!, como diría nuestro amigo.

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