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Joaquín Rábago

Refugiados y Estado de bienestar

Hay quienes llevan ya tiempo advirtiendo de que la llegada masiva de refugiados a Alemania y otros países europeos puede llevar a algunos Estados a abolir el salario mínimo con el pretexto de que su mantenimiento entorpecería la inserción de aquéllos en el mercado laboral. Detrás del temor de que ocurra eso y que se utilice ese fenómeno como pretexto para proseguir el desmantelamiento ya en marcha del Estado de bienestar que venía garantizando la paz social en nuestro continente está el surgimiento con fuerza de partidos o movimientos xenófobos y de extrema derecha en algunos países.

Y ahora, con la brutal sinceridad de la que sólo son capaces algunos empresarios, aunque sea como en este caso en una reunión a puerta cerrada, el presidente del mayor grupo privado del sector sanitario en Alemania, Fresenius, ha señalado lo que para su sector será sin duda una oportunidad. Según explicó Ulf Schneider en una conferencia de inversores organizada en Fráncfort por la banca JP Morgan, la llegada de tantos inmigrantes va a obligar a importantes recortes presupuestarios, lo que obligará a medio plazo a los países a considerar la posibilidad de privatizar más hospitales.

El grupo Fresenius, que preside Schneider, se ha convertido en muy poco tiempo en el mayor administrador de clínicas privadas en Alemania gracias a una política de adquisiciones de otras cadenas como Helios, el grupo Damp o una buena parte de su Rhön-Klinikum. Helios es propietaria a su vez de 111 hospitales y, según el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung, tiene previsto expandirse también fuera de Europa, comprando hospitales en distintos países.

Como ocurre en España, la privatización de clínicas y hospitales suele tropezar con una fuerte oposición de la ciudadanía, que teme no sólo tener que pagar por lo que debería financiarse ya con sus impuestos, sino también un empeoramiento del servicio por culpa del afán de lucro de sus explotadores. Helios, por ejemplo, promete a las clínicas que adquiere un resultado a seis años de entre un 12 y un 15% antes de impuestos e intereses (Ebit), lo que, según los empleados del sector, sólo se consigue mediante drásticas medidas de ahorro y una carga de trabajo excesiva para los empleados, ya sean médicos o enfermeros.

El diario conservador alemán pone como ejemplo de esas prácticas lo ocurrido en las clínicas Horst-Schmidt, de la ciudad de Wiesbaden, cuyo Ayuntamiento, fuertemente endeudado, tuvo que vender la mitad de su parte al grupo Rhön. Las clínicas pasaron luego a Helios, y en el transcurso de esa privatización parcial se produjo un despido masivo de personal, que tuvo como consecuencia inmediata problemas de higiene, entre otros, según un informe llevado a cabo clandestinamente por un equipo de televisión.

En otra ciudad alemana, Dachau, el grupo cerró la cocina del hospital, que había sido igualmente privatizado, y despidió a sus trabajadores de un modo que el grupo ecologista local calificó de "inhumana y repugnante". En su propia defensa, Fresenius, el grupo que confía en que la llegada masiva de refugiados someta a los municipios a tan fuertes presiones que tengan éstos que privatizar sus servicios de salud, culpa al sector público de incurrir en pérdidas y argumenta que en tiempos de dificultades presupuestarias debe primar la eficiencia. ¿Eficacia o lucro privado?

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