Cuando parecía que todo estaba ya claro y la ecotasa emprendía su trámite parlamentario ordinario para ser aprobada y entrar en vigor el próximo verano, Podemos ha querido introducir su propia dinámica en el proceso al cuestionar la estrategia del Govern que sustenta.

Los sobresaltos no se generan, como cabría esperar, desde la oposición política o el rechazo de los hoteleros. Proceden de una formación que insiste en hacer valer su singularidad, aunque sea provocando un rosario de tropiezos en los acuerdos de gobernabilidad que ha suscrito. No son pocos los que consideran que es un comportamiento muy discutible y nada práctico a la hora de ejecutar los compromisos que se han adquirido ante la ciudadanía. La actitud que tiene ahora Podemos con respecto a la ecotasa no es una excepción ni una novedad. Es una dinámica que ha ido introduciendo en lo que va de legislatura en sucesivas cuestiones y que en ámbitos de los partidos en el Govern se interpreta como desleal y carente de compromiso y sentido de la eficacia resolutiva.

Laura Camargo, portavoz parlamentaria de Podemos, ha calificado al reglamento del llamado impuesto sobre turismo sostenible como "un fraude a la ciudadanía" entendiendo, a reglón seguido, que se ha establecido "una medida para tapar cuatro agujeros", en alusión a la escasa repercusión medioambiental de la ecotasa y su desviación parcial hacia cuestiones sociales o de urgencia presupuestaria. Podemos también ha pedido una comisión especial de revisión del impuesto, al margen de la de seguimiento del Pacte.

La reacción de los socios de Govern, PSOE y Més, probablemente porque no les quedaba más opción, ha sido la de cautela y diálogo. Han procurado rebajar la tensión, pero el PP se ha apresurado a introducirse en el revuelo y ha invitado a Podemos a respaldar su enmienda en contra de la totalidad de la ecotasa, envite que no ha sido aceptado porque, evidentemente, no es lícito contribuir a realizar la pinza política en perjuicio de un Govern cuyos objetivos compartes y te has comprometido a impulsar, aunque sea desde una cómoda posición exterior. Y cuando has fijado en tu programa electoral que la ecotasa es una de las prioridades por conseguir.

Cabe preguntarse qué persigue Podemos con este tipo de comportamiento que se vuelve reiterativo. O si tiene definido con claridad el modo de proceder, la oportuna dimensión real de las cosas en cada momento y la operatividad práctica de las decisiones que ha optado por tomar un ejecutivo autonómico como el actual Govern Armengol. La coyuntura económica y social de Balears reviste hoy una complejidad que no permite entretenimientos de corrección constante y comisiones específicas para cada uno de los asuntos a tratar. El Pacto suscrito por PSOE, Més y Podemos ya tiene su propia comisión de seguimiento.

Se supone, por otro lado, que los partidos ya han dejado claro en sus programas electorales y en sus intervenciones parlamentarias cuáles son sus objetivos y cómo tienen intención de alcanzarlos. Crear una comisión específica sobre la ecotasa no resulta operativo ni necesario cuando los tres partidos adscritos al Govern la enarbolaban como una de sus prioridades.

Cabe esperar que cuando el martes próximo se debatan en el Parlament las enmiendas a la totalidad del tributo presentadas por el PP y Ciudadanos, Podemos haya aclarado también su postura y el Pacte limado, otra vez, las asperezas internas. Lo contrario no transmitiría un buen mensaje al sector turístico, a quienes tienen decidido venir a pasar sus vacaciones a Balears, ni a una sociedad isleña que, en su conjunto, parece ver con buenos ojos la ecotasa. Y, desde luego, esperemos que la surrealista propuesta de Podemos del reparto por islas de las inversiones, con claro perjuicio para Mallorca, se quede en un mal chiste. Los localismos a la inversa están fuera de lugar.