Amor líquido es un concepto que vio la luz en una publicación del sociólogo polaco Zygmunt Bauman. Para decirlo en pocas palabras se refiere a la fragilidad creciente de los vínculos humanos en la llamada posmodernidad.

Sin embargo, la tradicional festividad de San Valentín llega, como cada año, rodeada de su carga imaginaria de exaltación del amor y sus efectos en la vida de las personas y los gestos entre las parejas. Algo hay en el amor que hace que sea fuente inagotable de producción tanto de artistas y poetas como de los científicos que estudian la conducta humana o los antropólogos e historiadores que intentan analizar su evolución en el tiempo y en las diferentes sociedades.

Nadie puede negar que la subjetividad de las personas se transforma en función de los cambios del universo en que viven. Subjetividad significa muchísimas cosas. La noción del tiempo, los valores que organizan las prioridades, las expectativas puestas en lo que puede obtenerse de los bienes materiales, del curso de una vida y también del amor tierno y del erótico. La idea de bienestar y felicidad cambia incesantemente.

Al mismo tiempo para los psicólogos es evidente que hay ingredientes que parecen haber estado siempre ahí y que resulta difícil concluir que podrían dejar de estarlo. Bauman es un representante de los que creen que en el campo del amor las cosas están cambiando como efecto de la tecnología, y no para mejor.

Según él las relaciones tienden a ser menos sólidas y cálidas, a ser más fugaces, etéreas y con menor compromiso. Afirma que las redes sociales crean un modelo de relación que impregna la vida real. Que más que relaciones se buscan conexiones y que la tecla suprimir está siempre a mano. El mismo autor sostiene que el hasta que la muerte nos separe del matrimonio católico se está transformando en un plazo inasumible en una sociedad marcada por el eterno presente del usar y tirar y el consumo.

La polaridad entre lo sólido y líquido, idea que desarrolla este sociólogo, impregna, según su tesis, todo tipo de relaciones interpersonales según su tesis, y fue tomada por diversos autores en estudios de género llegando a afirmar que el modo de amor de hombres y mujeres obedece a distintos patrones. Que las mujeres aman más sólido y los hombres más líquido. En realidad se trata de una concepción del romanticismo. Uno de sus exponentes, el poeta inglés Lord Byron, expresó "el amor del hombre es algo aparte en su vida, mientras que el de la mujer es su existencia entera".

A la visión catastrofista del modo en que las transformaciones tecnológicas cambian las emociones humanas, puede oponerse la evidencia de lo poco o nada que parece haber cambiado en las necesidades afectivas de hombres y mujeres. Tampoco se aprecian cambios en las angustias que ocasiona la soledad y el esfuerzo y la ilusión que impulsa tanto la búsqueda en las páginas de internet como en la seducción que se despliega en cualquier espacio, sea la oficina o la discoteca, en el que mujeres y hombres se rocen.

También la permanencia de las historias de amor en la literatura y el cine aunque sea con más atrevimiento y explicitación parece desmentir la teoría de la licuidificación del amor. Incluso la terrible lacra de los interminables crímenes pasionales evidencia que el amor aun puede llegar a ser locamente posesivo, celoso o paranoico, pero eso es lo contrario al ligero y fugaz amor líquido del sombrío Bauman.

* Psicólogo clínico