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Llorenç Riera

La banca limpia su negocio inmobiliario

Siempre llegan buenos tiempos para la banca. La época del crédito y la hipoteca fácil de hace una década fue seguida, como resulta harto sabido y padecido, por una crisis económica, tan aguda como pertinaz, que desahució a mucha gente de sus domicilios y dejó grandes paquetes de vivienda en manos de la banca. Entonces vino la adecuación administrativa y legal de la nueva realidad y la regulación de un "banco malo" entendido como método para sanear balances internos y maquillar imagen corporativa.

La travesía ha sido larga. Los bancos han ido vendiendo como han podido sus pisos. Muchas veces ha sido disminuyendo precios al máximo o admitiendo propuestas muy a la baja de los escasos compradores existentes. Esta ha sido la tónica de una política de ventas aplicada que no ha estado exenta de agresividad comercial. A favor de la liquidación de los stocks inmobiliarios existentes ha jugado también la escasez de suelo disponible para urbanizaciones de nueva planta y una revalorización de la vivienda usada que en Balears, con estos condicionantes, ha ido por encima de la media estatal.

Así, aprovechando la senda abierta, las inmobiliarias de la banca han ido vendiendo el grueso de sus existencias. Se han desprendido de tres cuartas partes de sus pisos, unos seis mil. Los dos mil restantes ya no constituyen un lastre tan pesado. Es verdad que en ellos se incluyen los de peor calidad y los situados en las zonas urbanas marginales o menos apetecibles, pero también los de valor especial y que, lejos de la degradación, continúan revalorizándose. Si atendemos al conjunto de datos que aporta el último informe del portal inmobiliario Idealista, podemos dar por seguro que los bancos se guardan para tiempos mejores los pisos y chales susceptibles de seguir aumentando su precio.

Ha llegado por tanto el momento propicio para que los bancos vuelvan a plasmar su claro negocio inmobiliario. Lo harán amparándose en el lujo construido que ya está en sus manos y en la tendencia al alza de la vivienda usada. Es verdad que el 52% de los pisos disponibles están tasados en valores inferiores a los cien mil euros. Es casi mitad y mitad con mucha revalorización predispuesta al negocio. Una de las prueba de que las cosas han comenzado a transcurrir por canales rentables está en el hecho de que la Comunidad Autónoma haya incrementado en un 28% su recaudación por la venta de pisos usados.

Ahora el porcentaje de viviendas de alto valor en manos de entidades financieras es muy superior en Balears con respecto al que tienen en el conjunto de España. Entre ellas hay algunas piezas selectas con valores superiores al millón de euros. Se ha dicho que durante la crisis, el lujo no se ha resentido, ha seguido vendiéndose bien, pero también se demuestra con claridad que el mercado ha sido selectivo, sea de forma espontánea o controlada. Permanece abierta una apetitosa área de negocio que sin duda alguna será aprovechada por el sector bancario.

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