El idioma japonés usa tres tipos de alfabeto, el hiragana, el katakana y el kanji. Los dos primeros son silabarios, y los kanji son ideogramas, muy vistosos para el occidental, que pueden representar conceptos, sílabas o ambos. Algunos kanji están compuestos por dos o más ideogramas individuales: este es el caso de kiki ("crisis"), formado por la unión del kanji ki ("peligro") y otro kanji ki sí, dos kanji que se llaman igual son perfectamente diferentes: estas cosas ocurren en japonés que entre otros significados tiene el de "oportunidad". En este sentido crisis es una encrucijada ante un peligro y una oportunidad.

Las elecciones del pasado 20 de diciembre nos han dejado un escenario similar. Ante nosotros hay un peligro evidente. Que las aspiraciones personales o partidistas lleven a buscar acuerdos con aquellos que quieren romper España, que quieren sortear la igualdad y solidaridad entre españoles. O con aquellos que quieren volver a una política de bandos en la que los adversarios sean enemigos irreconciliables, y que creen que Grecia es un modelo económico a seguir. Un gobierno débil así construido, sometido a tensiones territoriales e ideológicas, garantizaría un escenario bastante lúgubre a corto plazo.

Pero también tenemos ante nosotros una oportunidad. La ausencia de mayorías claras nos obliga a negociar, a buscar acuerdos, a transigir, a buscar un mínimo común denominador entre distintos planteamientos. Sentar en la mesa a los que piensan diferente es el primer paso para superar la tentación del sectarismo, para derrotar a los que conciben la política como la construcción de trincheras ideológicas inmunes a la argumentación. En estas semanas transcurridas desde las elecciones, Ciudadanos está actuando como el engranaje necesario la "bisagra buena", podríamos decir para que partidos distintos, que con frecuencia han exagerado artificialmente sus diferencias, puedan sentarse y hablar.

Tenemos ante nosotros unos resultados electorales y tenemos que trabajar con ellos. Los ciudadanos no entenderían que algunos partidos renunciaran al entendimiento y optaran por unas nuevas elecciones en la esperanza de que les fueran más favorables, entendiendo así la política como un mero juego de azar: volvamos a tirar los dados para ver si la nueva jugada es más propicia. Pero hay más. A lo largo de toda la campaña los partidos hemos insistido en la necesidad de alcanzar grandes acuerdos: para acabar con la precariedad y la desigualdad, para reforzar la independencia de la justicia, para conseguir un sistema electoral más representativo? Para conseguir ese imprescindible pacto nacional por la educación. Pues bien, este es el momento adecuado. En España es ahora posible un acuerdo entre los partidos que defienden la unidad y se sitúan en la centralidad política, partidos que representan casi al 70% de los votos representados en el Congreso.

Es el momento de la responsabilidad y de la altura de miras. Los ciudadanos no entenderían que, en la encrucijada, se escogiera el camino del peligro en lugar de la oportunidad.

* Diputado de Ciudadanos en el Congreso por Balears