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Matías Vallés

Al Azar

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La baronesa Armengol

Pedro Sánchez se encuentra tan aislado en su partido, que recibir hoy a Francina Armengol en Ferraz se convierte en lo más parecido a una visita...

Pedro Sánchez se encuentra tan aislado en su partido, que recibir hoy a Francina Armengol en Ferraz se convierte en lo más parecido a una visita de Estado. Si la baronesa del PSOE ha de consolar a los grandes solitarios de Madrid, puede detenerse a continuación en La Moncloa. Aunque es más fácil arreglar España que Balears, este hobby de hacer lobby por el Gobierno de la Nación no debería distraer a la presidenta de Balears de sus preocupaciones más inminentes. De ministro de Asuntos Exteriores ya tenemos a Rafel Nadal.

Entre estratega y comadrona de la alianza de Sánchez con Pablo Iglesias, la baronesa del PSOE recomienda a su secretario general que pacte con Podemos para tenerlos lo más lejos posible. Se llevará a Madrid la lista de nombramientos y medidas que les ha metido a los antisistema hasta el gaznate, abusando de su fogosa impericia de recién llegados. Le demostrará a su jefe que firmas con el partido emergente y ya puedes negociar una subida de sueldo con el PP, tal que ocurrió ayer mismo en el Parlament. El egoísmo insular nos impulsa a recomendar a Armengol que no malgaste consejos en Madrid, donde nunca nos han escuchado, y que se guarde las mejores recomendaciones para sí misma. Las necesitará, el balneario del actual Govern no durará cuatro años.

Evitemos el error onfaloscópico de confundir a la baronesa Armengol con la baronesa Thatcher. Se debate a menudo si la alianza a tejer en Madrid se asemeja a la registrada en Balears. Así es, y en concreto al Pacto de Progreso de 1999, que inauguró una fórmula exportada después a Cataluña y hoy vigente en la mayoría de regiones. Al igual que en aquella ceremonia iniciática, los integristas que no íntegros del PSOE disfrazan sus intereses de pánico a Podemos. Es más sencillo, o Matas o Antich entonces, o Rajoy o Sánchez ahora. Tertio excluso. Quienes reprochan bisoñez o falta de diputados al líder socialista, se arrojan en los brazos nada incorruptos del presidente en ficciones. Cuesta creer que Armengol resuelva este dilema, pero no está bien que lo digamos quienes andábamos convencidos de que nunca llegaría a presidir el Govern.

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