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El PSOE, contra las cuerdas

En precario equilibrio a causa de los noventa escaños que lo convierten en fiel de una balanza que oscila merced a ese su perfil que concita apetencias por ambos extremos de entre los 16 partidos con representación parlamentaria. El Rey propone y la Cámara dispone: una segunda opción de investidura tras la que ha terminado en nada.

Sin el apoyo del PSOE, el PP sólo conseguiría en el mejor de los casos suma de C's, UPN, Coalición Canaria y, de ser el caso, PNV? 170 votos: a seis de la mayoría absoluta y tres menos que la suma de izquierdas caso de que los vascos se decantasen por la segunda opción. Los progresistas podrían alzarse con la victoria de abstenerse C's y contando con los partidos soberanistas (25 diputados, incluyendo también entre ellos a los seis del PNV) lo cual, para los socialistas, es un alimento de difícil digestión tras haberse alineado explícitamente con PP y C's en su frontal rechazo al independentismo catalán, eje de la tormenta y, paradójicamente, también de una coalición alternativa a la que venía auspiciando el partido más votado.

Naturalmente que sin contrarios no hay progreso y al frentismo, siquiera retórico y con declaraciones grandilocuentes para propiciar el entusiasmo en las propias filas, pueden seguir consideraciones prácticas tras comparar lo malo con lo que se juzgue como aún peor. No obstante, el espectáculo en que se ha convertido el discurso ha vestido a todos a tal extremo, que venirnos ahora con que las ideas no deben sacralizarse podría resultarles del todo perjudicial en un próximo futuro. Y ya está lastrando su presente al punto de colocar en el alero el necesario entendimiento entre unos y otros porque, hasta aquí, han situado sin excepción la defensa de sus intereses corporativos por encima de los colectivos.

En lo que respecta al PSOE, sujeto principal del análisis, ha declarado reiteradamente que en ninguna circunstancia favorecerá un gobierno del PP ("No es no") aunque, en palabras del líder de Podemos, "hayan entregado la mesa del Congreso a la derecha". El entendimiento entre Sánchez e Iglesias no se antoja sencillo y, a más de segarse en cuanto pueden la hierba bajo los pies (el socialista "ha traicionado a sus votantes", afirmaba el segundo el día 16 aunque, para Sánchez, su crítico sea proclive a las pataletas), el traído y llevado referéndum en Cataluña sigue siendo un escollo que Errejón intenta soslayar abdicando de esa línea roja ¿mera estrategia, como acostumbran? que poco antes centraba su discurso. El PSOE por su parte ha cedido a los partidos catalanes cuatro escaños en el Senado con objeto de que puedan formar grupo propio. Quizá no deba inferirse de ello que han modificado su posición con relación a las aspiraciones de estos y es que, por ahondar en el desencuentro, ERC se ha negado en Barcelona a pactar con el PSC para un gobierno tripartito en el ayuntamiento; un detalle más para dudar de que las convicciones, si se trata de unirse para una mayoría parlamentaria, pudieran ceder y convertirse en coyunturales.

La izquierda y la derecha unidas jamás serán vencidas, escribía con sorna el poeta Nicanor Parra. Pero descartada esa opción en la primera investidura (para el PSOE supondría un grave enfrentamiento interno y el suicidio político a medio plazo), la probable alianza progresista con abstención de C's topa también con dificultades al darse de bruces con la postura mantenida hasta aquí por un Partido socialista con su comité federal dividido. En semejante tesitura, no es que el asunto pueda acabar mal y un hemiciclo temblón contagiar la tiritona a otros ámbitos; es que podría no acabar, obligando a nuevas elecciones el próximo verano y, otra vez, los ciudadanos emplazados a intervenir en un disenso del que no son responsables, porque las repetidas afirmaciones sobre "el mandato de las urnas" o "la opinión ciudadana", no puede tomarse como expresión de la voluntad colectiva sino eslóganes para la justificación de cada quién, y es que parece obvio que nadie eligió de antemano semejante embrollo ni sabía si del reparto de cartas se seguiría un triunfo o el farol.

Y en caso de nuevos comicios por voluntad del PSOE, ingrediente ineludible para cualquier guiso, ¿cómo les iría? Pues sin ánimo de remedar a Casandra, el PP podría crecer algo a expensas de la abstención y C's, pero seguramente sería Podemos (a menos de 350.000 votos de los socialistas) quienes aumentarían a expensas de ese caladero y el PSOE lo pagaría caro (hay encuestas dispares al respecto), aunque el nuevo escenario tampoco garantizaría, en mi opinión, una mayoría basada en mutuas relaciones de confianza y capaz de traer la deseable estabilidad política.

Con semejante panorama, únicamente cabe confiar en que María Zambrano tuviese razón cuando advirtió que solamente a fuerza de errores se aprende a pensar. Esperemos que no se perpetúen en ellos.

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