Contra pronóstico, el nuevo president de la Generalitat apunta maneras de realismo, frente a la pétrea obstinación de la mandíbula de Mas, que se veía cada mañana con perfil de moneda de acuñación propia. El objetivo de Puigdemont es ahora dejar a Catalunya a las puertas de la independencia, o sea, fuera. El mismo Atila, paradigma de determinación bélica, llegó hasta el Po y luego se dio la vuelta, según la leyenda, fascinado por la magia de Roma, que el Papa León encarnaba. Siete siglos antes le había ocurrido algo parecido a Aníbal, que llegó hasta las mismas puertas de Roma (Hannibal ad portas) y giró sobre sus pies. Esto nos sitúa a lo sumo en un escenario de asedio, no de conquista a la brava. Si el objetivo es ahora dejar acampadas las huestes ante los muros, la cosa se vuelve bastante llevadera, y más cuando el agua (o sea, la guita) la tienen los sitiados, no los sitiadores.
