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Antonio Tarabini

Y la vida sigue igual, de momento

El título de estas líneas corresponde a una famosa canción que fue el argumento principal de una película del mismo título estrenada en 1969, Julio Iglesias como protagonista. El motivo de que lo utilice es puramente instrumental, pues ha transcurrido casi un mes, 28 días, desde las últimas elecciones generales y parece que todo, la vida, sigue igual al menos de momento.

Los ciudadanos y ciudadanas, desde distintas opciones, votaron precisamente para que todo no siguiera igual. Una gran mayoría apostó por otra manera de hacer y gestionar la política, por unas instituciones democráticas cercanas a la gente, por unas políticas que no acepten como inevitables unos crecimientos económicos que aunque puedan crear empleo, éste sea inseguro e inestable. Y suma y sigue. De momento, como es lógico, la realidad cotidiana de las personas y de las familias no ha cambiado. Según el último barómetro de la Fundació Gadeso, publicado en el Quaderns Gadeso 290 (gadeso.org), los ciudadanos siguen preocupados (74,2%) por el paro y la inestabilidad laboral, a pesar de los índices oficiales. Las expectativas sobre nuestra economía mejoran a medio y largo plazo, pero no se percibe cómo y cuándo repercutirán en la economía doméstica tales mejoras. El posible empleo que pueda crearse en 2016 será mayoritariamente temporal (56%) o precario (23%).

Al otro lado de la barricada un 68% considera que la situación política española actual es mala o muy mala. Y de momento, en el presente y futuro político se manifiestan serias dificultades para alcanzar las mayorías suficientes. Los acuerdos y los pactos son necesarios, pero en base a unos objetivos concretos y comprensibles que prioricen las actuaciones de la mayoría en las cámaras, Congreso y Senado, que impulsen las reformas legislativas imprescindibles (incluyendo la Constitucion), así como las acciones y decisiones ejecutivas del gobiermo resultante. De momento seguimos jugando al gratificante (o no) juego de tronos. Se han constituido las Cortes, Congreso y Senado, con sus correspondientes Mesas. A partir de ahora, el rey ha de convocar a los distintos partidos, de menor a mayor representatividad, para "hacer consultas" sobre quién o quiénes podrían formar gobierno. Después el Rey propondrá al presidente del Congreso a la persona con mayores posibilidades de ser investido presidente del Gobierno. Por simple lógica, la primera elección corresponderá al PP representado por Rajoy, por ser el partido más votado (aunque le falten cincuenta votos externos para obtener la mayoría necesaria).

Los populares proponen un gran pacto entre PP, PSOE y Ciudadanos, lo que representaría una "inmensa" mayoría. Pero dicho pacto, ¿en qué se fundamentaría? De momento se nos vende como un pacto "patriótico" para hacer frente común al independentismo del Parlament catalán, pero no se explica cómo se plantearía tal frente común patriótico. El segundo argumento: serviría para seguir con las necesarias reformas para "continuar" creciendo y consolidándonos económica y democráticamente. El problema es que no se concretan de qué reformas se está hablando, a no ser que se refieran a seguir con las políticas socioeconómicas (con algunos apaños) del último cuatrienio y a unos retoques estéticos mínimos de nuestra actual Constitución. Si así fuera, y de momento así es, los socialistas a no ser que opten por el suicidio político no pueden apoyar tal "gran pacto", ni tan siquiera por abstención en segunda vuelta.

Los socialistas podrían intentar formar una mayoría alternativa a los populares. No es fácil. Sólo en segunda vuelta podría resultar Sánchez el candidato más votado con los votos de PSOE, Podemos y IU y la abstención de Ciudadanos. Tal abstención es difícil pero no imposible; dependerá de las medidas programáticas que reflejen los pactos de gobernabilidad, tanto las orientadas a las reformas constitucionales como al modelo de crecimiento econonómico. Cabe la alternativa, según mi parecer de muy difícil concreción, de socialistas, podemitas, IU, más otros tres votos (¿quienes?), incluso con los votos negativos de PP y C's.

Frente a tales alternativas, los ciudadanos consideran como más probables: un acuerdo PP+PSOE+Ciudadanos (24%), PSOE+Podemos+IU y la abstención de Ciudadanos (23%), o la imposibilidad de llegar a pactos y, por tanto, nuevas elecciones (32%). Situación que se considería un fracaso, siendo los más perjudicados los socialistas y Ciudadanos y los más beneficiados Podemos y el PP.

Los días pasan y la pelota está ahora en el tejado político. Los ciudadanos, sin esperar milagros, sí desearían un presente y futuro más abierto y cercano. Es difícil pero no imposible.

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