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Un respeto

Una se hizo mayor con un respeto reverencial hacia el Congreso de los Diputados en gran parte porque por edad sé lo que representa y lo que millones de personas sufrieron hasta su constitución y mucho después. Y no es que me molesten las gracietas del otro día en el hemiciclo. Me parece estupendo que los de Equo acudieran al Congreso pedaleando y cantando en grupo en su particular Verano Azul para reivindicar el uso de la bici y, aunque me dé vergüenza ajena, no tengo nada en contra de que los de Compromís arañaran medio minuto en los telediarios recorriendo la Carrera de San Jerónimo acompañados por la Wuv Win Orchestra tocando una marcha mora. Me da igual que uno quiera jurar o prometer la Constitución por imperativo legal, o "por mí y por todos mis compañeros", en lenguaje de signos o por tam-tam. Lo siento por el crío, pero no me molesta que una diputada pasara la mañana con su bebé en brazos, ni siquiera que alguien bromeara votando por "el niño de Bescansa".

No. Todo este circo me da igual porque supongo que es flor de un día y que el trabajo en el Congreso se normalizará en las próximas semanas cuando los periodistas dejemos de perseguir a Pablo Iglesias hasta para ir al baño. Lo que no soporto es que se intenten dar lecciones de nada. Escenificar los nuevos aires de los partidos emergentes es positivo siempre y cuando no se pretenda con ello despreciar lo hecho antes de su llegada. Los que prometieron trabajar "por la gente" no pueden olvidar que, antes que ellos, en esos mismos escaños se han sentado de la Pasionaria a Alberti; de Felipe González a Ernest Lluch, asesinado por ETA; de Adolfo Suárez a Gutiérrez Mellado, cuyas fotos plantando cara a Tejero dignifican el hemiciclo, y tantas y tantos políticos que nos representaron a todos. ¿Casta y chorizos? Algunos, claro. Ahí sigue el presunto, Gómez de la Serna. Y tránsfugas, antes y ahora, o si no, a ver cómo se califica la negativa de Covadonga Peremarch a dejar su escaño tras haber sido expulsada por Podemos. Pero también ha pasado por el Congreso gente honrada y luchadora que ha ayudado a traernos hasta aquí, que se ha jugado la vida, y a veces la ha perdido. Gente que ha trabajado por un país más justo e igualitario. ¿Que falta mucho? Por supuesto. Hay que trabajar y cambiar muchas cosas, y en este proceso es fundamental el aire fresco y las ideas renovadas que han de aportar los nuevos partidos. Bienvenidos sean, pero todo lo tienen por demostrar como para presentarse como los paladines de la honradez y la eficacia. Llevar rastas no es un problema para gestionar bien, pero llevar corbata, tampoco.

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