Diario de Mallorca

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El adjetivo escatológico tiene en la lengua castellana dos posibles aplicaciones, la que se refiere a contenidos sobre el más allá y la que se aplica a lo relacionado con excrementos y suciedades, evidentemente en el caso del videoclip premiado con un sobresaliente en arte, en el IES Josep Maria Llompart, el adjetivo escatológico solo podría usarse en el segundo sentido, o sea, para calificar la "creación artística" del alumno como algo parecido a una defecación. La noticia de estos días ha sido el reconocimiento sobresaliente otorgado al trabajo realizado por un joven estudiante, en el que explicita sus obscenos deseos e impulsos sexuales en relación a Jesucristo, además de atribuir prácticas sexuales escabrosas a la Virgen María, simula una felación en el entorno de la Catedral y finalmente el autor se autocalifica como "maricón", ¡toda una recreación artística (sic)! Si las prácticas sexuales que se exponen en el video fueran referidas a la madre y al padre de los docentes de aquel centro cabría preguntarse, si en este supuesto, sería calificado, también, con un sobresaliente.

Seguramente este estudiante debe de tener algún problema serio y de eso se debería ocupar su familia, urgentemente. La dirección del instituto tiene otro problema, también grave, con por lo menos uno de sus docentes y de eso convendría se ocupase la conselleria de Educación, debería de hacérselo mirar, pues la profesora que ha calificado el trabajo del alumno no debe de tener su función bien entendida. Esta deplorable historia conduce a comentar la situación de la enseñanza en este país. En el informe PISA, que analiza la calidad de la enseñanza en diversas naciones de nuestro entorno, España sale mal parada y no es raro. Por cierto PISA no significa "trepitja" como dijo la señora Camps, "la culta y experta filóloga", consejera de educación del gobierno Bauzá. La enseñanza en España ocupa los últimos lugares del ranking entre países analizados, mientras que Finlandia ocupa el primer lugar y allí, en Finlandia, es altamente improbable que la dirección de un centro educativo permitiera un alta calificación a un esperpento como el que se ha producido en este instituto de Mallorca.

Se debería explicar en la escuela que hay que tener respeto por cualquier creencia o religión, sea cristiana, musulmana, judía, budista, etc., pues forma parte de los principios de cada persona, de su derecho a tener las creencias que mejor le parezcan o ninguna y que cualquier ataque a su credo se convierte inmediatamente en una agresión a los derechos que se reconocen a los ciudadanos. Pero es que, además, es necesario que los docentes se ocupen de la formación del individuo como persona y eso obliga a inculcar principios éticos que ayuden al alumno a tener un comportamiento y una conducta social adecuadas. También se debe enseñar que la moral forma parte de la formación humana, entendiendo por moral el conjunto de valores, normas o reglas que deben regir la actuación del individuo según su religión. Francia, que siempre se ha preocupado por la calidad de la enseñanza, ha decidido incorporar en todos los niveles educativos una asignatura de educación moral.

La pérdida y relativización de valores permite que en un centro docente de Mallorca se produzca y recompense un videoclip de ese nivel, en el que se resalta la blasfemia, la obscenidad, la vulgaridad. Lo que ha ocurrido es una señal de alerta que no puede circunscribirse solo a esta repulsiva "producción artística", sino que puede ser indicativo de que algo en la educación está fallando de forma estrepitosa. Si no se inculca respeto, respeto como base fundamental para la convivencia, el futuro de los hoy jóvenes estudiantes será más difícil todavía. Casi todo lo que sucede en la sociedad tiene su origen, mejor dicho, empieza en la escuela.

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