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Los hoteleros, en trance de ruina

Acausa de la ecotasa en ciernes (impuesto de turismo sostenible), la camisa no les llega al cuerpo. Deben andar pensando, a juzgar por sus declaraciones, si acaso les alcanzará la pensión cuando se jubilen o deberían apostar por un fondo privado modesto y lo demás, desde el rentable año que terminó al presente, incluso con mejores augurios, un tema menor frente a ese par de euros diarios con que gravarán a sus clientes.

No cabe acusarles de actitud cambiante porque, tras repasar aquel mesarse los cabellos y rasgarse las vestiduras cuando se implantó el impuesto durante el primer pacto (1999-2003), siguen en las mismas, de modo que la columna que escribí en enero de 2001: "La ecotasa: per llogar cadireta", podría servir ahora sin cambiar una coma. No se trata, en su caso o en el de los touroperadores (TT OO), en la misma línea, de un discurso demagógico e hipócrita, porque de todos es sabido que el bienestar social y el esfuerzo solidario por conseguirlo son, por encima de los beneficios, objetivos de la Federación Hotelera de Mallorca (FEHM). Así debe juzgarse el hecho de que, a pesar de que el costo del impuesto "Podría superar el 15% de sus ingresos" (Pere Cañellas, en la cena de navidad de la FEHM en 2000, lo que indujo a que se solicitara a los miembros unos tres euros por plaza, al objeto de financiar una campaña contra la malhadada ocurrencia), nada de intentar mediatizar la política, sino empeño por orientarla hacia donde convenga al común de los mortales.

"La ecotasa lastrará la competitividad", repitió hace unos meses Inma de Benito, presidenta de la patronal el "todo incluido" que algunos ofrecen, mediatiza en todo caso la competitividad del resto. Y la que organizaron en su día respecto a los alquileres vacacionales es también, como en lo que hace al impuesto en cuestión, prueba fehaciente de que dinero y ganancias no son el único criterio moral que los inspira. Por eso, y aunque anunciasen pérdidas millonarias en Balears "con consecuencias que pueden ser irreparables" (otra vez De Benito), se prevé un aumento de la inversión hotelera para el año en curso, aun a riesgo de que la reforma de algunos hoteles y la construcción de otros suponga acelerar ese final anunciado del negocio.

Con todo, repito, no son los únicos en advertir de lo que esos euros de ecotasa puedan suponer para quienes nos visitan: catorce millones al año y con visos de ir a más. Los TT OO son asimismo heraldos de la debacle. Hace quince años, Zontur cifraba en un 5% el descenso de turistas por causa de "la estúpida medida" como la calificó Tom Jenkins, por entonces presidente del consorcio y, a día de hoy, se pronuncian en parecido sentido, sin que quepa tampoco desconfiar de sus predicciones ni poner en solfa la honestidad de su discurso dado que, como los hoteleros, están dispuestos a jugarse su propio futuro ampliando la oferta vacacional; la apuesta por Balears. Y si esto no es amor al prójimo, ya me contarán ustedes.

No obstante, es patente la inexplicable desconfianza que mantenemos respecto a unos sectores que ponen toda la carne en el asador y, con esta perspectiva, convendría que tanto las instancias políticas como la mayoría de ciudadanos nos lo hiciésemos mirar. Porque es muy cómodo aducir por toda justificación que la mentira es en su caso, FEHM y TT OO, un punto de vista. O que conviene recelar cuando las opiniones coinciden con los propios intereses. Un palmario desenfoque, porque ¿quién más preocupado por el entorno, el control de los decibelios o las alturas de sus edificios, que los sufridos hoteleros? ¿Quiénes han basado sus negocios en la sostenibilidad y la belleza natural, con mayor voluntad que ellos? Con altibajos, naturalmente, como ocurre en todos los órdenes de la vida, pero constatar que, a pesar de las negativas predicciones de la prensa británica y las suyas propias como mejores conocedores de nuestra realidad, se aprestan a crecer en oferta y arriesgar su peculio el mismo año, 2016, en que se prevé el desmadre impositivo, dice más sobre su desprendido y altruista talante que cualquier otro razonamiento provinente de quienes los juzgan de modo apriorístico y, a tenor de lo anterior, un tanto sesgado.

Intentarán crecer, a expensas de sus mermados bolsillos, en un escenario de alto riesgo y del que, como se aprecia, son plenamente conscientes. No han silenciado las deprimentes conclusiones de sus sesudos análisis y, sin embargo, ni un paso atrás: más establecimientos, más camas aunque pudiesen quedar vacías, y ello por no abundar en un pesimismo que ha de quedar como simple advertencia para los incautos; esos políticos progres y con escasa por no decir nula experiencia sobre lo que se cuece.

Van a por todas y, de ir mal las cosas, los empleados no se enterarían y ellos asumirán las consecuencias, así que cuidadín con atribuirles segundas intenciones respecto a esos eurillos de una ecotasa que puede marcar la diferencia entre su enriquecimiento y la miseria. Se la van a jugar por amor al prójimo, así que un respeto.

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