Pero no lo es ni en ideología, ortodoxa y recia la del británico, ni en talante, dimitió tras su fracaso electoral ante Cameron con alrededor del ??? de los votos, ocho más que Sánchez, con una ley electoral mayoritaria por nadie demonizada. Pertenecientes ambos líderes a la Internacional Socialista, más bien debiera llamarse a estas alturas Socialdemócrata, a través de su militancia en sus respectivos partidos, en el Laborista el inglés y en el PSOE el español. Sánchez, aunque desde que consiguió la Secretaría General se ha venido arrimando a posiciones comunes con la izquierda radical en sus discursos antes y durante la campaña electoral, no lo había venido demostrando en su trayectoria interna en su partido, sino que tales actitudes las ha explicitado cuando, equivocado, ha creído, como le pasó a su antecesor en el cargo, que ello le reportaría adhesiones para sus propósitos de alcanzar el poder, mientras que de Miliband, todo el mundo sabía de su ortodoxia antes de convertirse en el líder del laborismo. Lo que en uno es postureo ideológico coyuntural, en el otro son convicciones en su militancia en el ala más radical de su organización política.

Su errática campaña, en la que sus dardos verbales casi nunca se dirigieron a la diana de la formación de Pablo Iglesias, que, al fin y al postre, ha sido quien le ha comido la tostada por su flanco de la izquierda, únicamente tuvo fijación en reproches y avisos de cordón sanitario con la derecha representada por el Partido Popular. Sólo por parte de Felipe González, fue incomodado con dureza desde las filas socialistas, el movimiento de Podemos, al que en un mitin en Extremadura les recordó su reciente pasado como asesores y fieles seguidores del bolivarismo de Chaves y Maduro. No fiaros de nadie que cobre del chavismo, llegó a aleccionar a la concurrencia, criticando a los epígonos de Tsipras y Chaves por no querer hablar de ellos en la larga campaña electoral.

Con este bagaje y declaraciones de algún que otro barón como el caso de Puig, defendiendo su abstruso pacto con los soberanistas de Compromís y los populistas de Podemos, en las que dijo que si los socialistas y Podemos sumaran, el querría un pacto como el de Valencia, poco o nada se puede esperar de Sánchez y el mandato que de verdad le dieron las urnas en la jornada electoral, y no aquél en el que él y algunos más están empeñados en recrear. Los votos y escaños conseguidos, que le han mandado a una segunda posición nada cómoda, todo hay que decirlo, no tiene más remedio que utilizarlos, en un Congreso de los Diputados dispar, para permitir un gobierno popular, que en una legislatura de corta andadura en el que se reformen leyes y se lleven a cabo pactos que den estabilidad a la nación, que parece en posición idónea para salir de una vez de la crisis en la que nos hemos visto sumidos desde hace siete años, lo contrario de llevarse a cabo terminaría por aupar al poder a movimientos populistas en los que en su adn está el tomar atajos pseudo democráticos como aventureros salvapatrias que son.

La otra alternativa, empecinarse en no propiciar la abstención de su grupo, llevaría inevitablemente a unas nuevas elecciones, en las que todo apunta a que el batacazo de su partido puede llegar a ser de tal calibre que ya no levante cabeza, y quede relegado a ser un apéndice del nuevo Pablo Iglesias. Tendría gracia para los datos históricos que un Pablo Iglesias fuera el fundador del PSOE y otro el liquidador, con la inestimable ayuda del actual líder de los socialistas. Ni el Comité Federal, ni los propios barones han tomado al respecto una decisión clara y rotunda al respecto como hubiera sido deseable para despejar dudas tanto a nivel nacional como internacional, y más cuando los anarcosoberanistas de las CUP han optado por no dar su voto a la investidura de Más, abocando a Cataluña a unas nuevas elecciones para marzo próximo, que pudieran terminar de una vez por todas con las apetencias independentistas de una parte de la sociedad catalana embaucada por un tan insensato como perdedor nato en la persona de Mas, ya sin partido que le ampare, y unos irresponsables nacidos en el rencor a España como Junqueras y su partido Esquerra. La responsabilidad de una formación centenaria como el PSOE, ha de poder más que los intereses personales de su líder y camarilla más cercana. Cada día que pasa sin solución, juega en contra de los intereses de España y a favor de los independentistas y de quienes únicamente parecen cómodos en un sistema democrático hasta que éste les lleve al poder.

(*) Sindicalista