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Llorenç Riera

Un empleo barato y adulterado en exceso

En términos prácticos y efectivos, el cargo de conseller de Trabajo no es incompatible con el antecedente profesional de inspector del mismo ramo. Iago Negueruela lo está demostrando. Es más, en la peculiar y nada estimulante coyuntura laboral que presenta Balears, resulta particularmente conveniente que así sea. El conseller, rara avis de la especie política en este sentido, no se alegra al comprobar que disminuye el paro. El deterioro y hasta en muchos casos la ilegalidad de los sueldos, desmotiva su entusiasmo.

Negueruela ha reivindicado la necesidad de que suban los salarios. Sin que ello se produzca nadie podrá reivindicar con solvencia la eficacia de la recuperación económica. Ni la elemental dignidad en el trabajo. Se habrá salido de la crisis el día en que la inmensa mayoría de los trabajadores pueda torear sin sobresaltos su día a día con el capote de sus nóminas, pero éstas, hoy, están de verdadera capa caída. El conseller, por tanto, ve la realidad. Se la ratifican los datos de todos los organismos competentes que recoge y compara una extensa información de esta edición de Diario de Mallorca.

Balears no es un modelo de dignidad, justicia y respeto en cuanto al trato que dispensa a sus trabajadores. Se puede llegar a esta conclusión desde distintos vértices que, por su confluencia, acaban convirtiéndola en inequívoca. Empecemos: la reforma laboral y la falta de regeneración de los empleos que han desembocado en el paro hacen que hoy se paguen 1.200 millones menos en nóminas que antes de la crisis, lo cual remite a los 5.700 millones perdidos en este capítulo desde 2008. Es un 9% de recorte salarial.

Si lo quieren en horas, podemos aportarles que con una ocupación hotelera nunca vista se han contabilizado 78,3 millones de horas frente a los 93 de 2008. Por el camino se ha desparramado el 16,4%. Resulta evidente que el incremento de las cargas de trabajo es asumido por plantillas menores. Con este panorama, no podemos extrañarnos de que se apunte una realidad estremecedora, la de los 70.000 empleos estimados en negro que subsisten en Balears. Proliferan los contratos en falso, subcontrataciones abusivas y en consecuencia una precariedad manifiesta que se adentra en los fangos de la explotación y que también podría explicarse por el simple hecho de que ha aumentado el 5% el número de personas que cotizan a la Seguridad Social pero, en cambio, la cotización en euros solo ha crecido el 3%.

Casi viene a ser lo mismo que apuntar que la economía ha bajado el 3% y los sueldos han retrocedido hasta el 9%. O que en seis años se han dejado de cobrar 5.768 millones en salarios.

En contra de la impresión general, el único sector en el que ha crecido el sueldo ha sido en el público, lo hacen desde 2012, entre otras cosas porque en él no hay empleo sumergido. También ha crecido el negocio inmobiliario pero en este caso lo ha hecho al coste, en cuanto a beneficio general, de bajar en un 8% su capacidad de generar empleo.

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