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Juan José Millas

Tierra de Nadie

Juan José Millás

Ahí queda eso

En mi juventud se hablaba mucho de la familia como fuente de locura. Se predicaba que en casi todas había un chivo expiatorio (el loco), que era el que pagaba el pato de las contradicciones que al grupo le resultaban insoportables. El chivo expiatorio venía a ser el cubo de la basura sobre el que los hermanos y los padres (a veces los abuelos y los tíos) proyectaban lo que no les gustaba de sí mismos. Cuando se afirmaba que todas las familias guardaban un cadáver en el armario, se quería señalar que no había una sana. Según Freud, supongo, no había vivienda en cuya puerta pudiera colgarse el siguiente lema: "Aquí no pasa nada". A mí me marcó la frase del cadáver en el armario porque la escuché de muy joven y la interpreté, como es usual en la infancia, de forma literal. Yo conocía el armario en el que guardábamos nosotros el cadáver: el de tres cuerpos, con un espejo en la puerta del central, que estaba en la habitación de mis padres. Dada su hondura, cabía la posibilidad de que contuviera más de un muerto. ¿Quién los mataba? He ahí una de las grandes preguntas de mi niñez.

La familia como fuente de locura, pues. Ha pasado el tiempo y leemos en el periódico que el clan de los Pujol, según el magistrado José de la Mota, actuaba como una organización criminal. Solo que en vez de guardar cadáveres en el armario, escondía dinero. En esa familia -una cosa por otra- no hay ningún loco, ningún chivo expiatorio. Significa que todos estaban en el ajo: el padre, la madre, los numerosos hermanos? Uno de ellos, el mayor, se hacía cargo de las mordidas, que distribuía inteligentemente en diferentes apartados, y aquí paz y después gloria. Los hermanos ponían la mano al final de mes, recibían su parte, se montaban en la moto y se largaban a México o adonde les apeteciera gastársela. Lo más notable, insistimos, es que en ninguno de ellos, pese a tratarse de una familia numerosa, se aprecian rasgos de demencia, ni siquiera de una neurosis leve. Todos tienen la cabeza en su sitio, como el padre.

¿Significa que el crimen es incompatible con la locura? Ni idea, pero la psiquiatría haría bien en estudiar este caso. La familia Pujol debería ser objeto de un congreso de expertos en salud mental que dilucidara la cuestión. Ahí queda eso.

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