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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

La isla de los listos Luisitos

El drama de Mallorca es que vale muchos más millones que la suma de los mallorquines, por lo que cada nativo está dispuesto a matar para vender un palmo cuadrado. De ahí que el celebérrimo Luisito sea curiosamente un luisito fracasado, en la meca de los estafadores inmobiliarios que nunca han sufrido el mínimo roce con la justicia. Se creía el más listo de su estirpe, y acaba de recibir condena de siete años de cárcel por sus estafas ante notario a una "peculiar" pareja, que le donó hasta 38 millones de euros en propiedades. La Audiencia extranjera ha roto la baraja, de un comportamiento que los operadores jurídicos indígenas consideraron intachable según el Derecho Foral.

La sentencia contra el estafador Luisito se estudiará en las escuelas mallorquinas, pero solo el futuro decidirá si para alertar o alentar a sus imitadores. Los luisitos más aprovechados poseen la titulación en Leyes. Son los equivalentes de los ambulance chasers que en Estados Unidos persiguen a los accidentados para reclamar indemnizaciones millonarias, repase En bandeja de plata de Billy Wilder. Aquí sobrevuelan a agonizantes y viudas, se posan repentinamente en el lecho del dolor para enjugar lágrimas a cambio de jugosas minutas por la liquidación del patrimonio del finado. Torero torero, Luisito operó in vivo, y se inscribe así en la dinastía de ilustres embaucadores como Martí Ferriol.

En un rasgo de humanidad, la Audiencia no encarcela al condenado tras calibrar su "emoción incontenida ante la gravedad de la pena". En el campo inmobiliario, las fieras más peligrosas habitan fuera de la prisión, pero no descarten la deshonra de haber sido sorprendido, en la ponderación del dolor incontenible del Luisito por antonomasia. Ya que me lo preguntan, ha purgado el exhibicionismo que lo distingue de los grandes artistas de su disciplina. Refleja el clima de una isla donde la intermediación en la venta de una sola propiedad comporta un ingreso superior a una dilatada carrera profesional. La estafa es el suelo de Mallorca, más falso que los tulipanes holandeses o el arte contemporáneo. Los grandes negocios se basan aquí en el exceso de confianza. De sus víctimas.

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