Pablo Iglesias impone como condición para cualquier pacto con Podemos la aceptación de un referéndum en Cataluña. Y es obvio que no se le puede escapar al líder de esta organización, que es politólogo de profesión, que tal propuesta es vaga e insuficiente si no se explica y se matiza. Como decía ayer Vidal-Folch, no es lo mismo un referéndum a las bravas e ilegal como pretendía Artur Mas que una consulta negociada y ajustada al artículo 92 de la Constitución.
Lo que ocurre es que Podemos no quiere descender a mayores precisiones porque su política es ambigua en Cataluña. Su alianza con Barcelona en Comú de Ada Colau y otras fuerzas para dar lugar a En Comú Podem ha sido exitosa, y de hecho ganó el 20D con 12 escaños, por delante de ERC (9), del PSC (8), etc. Y esta coalición ha derivado en una gran ambigüedad, como acaba de verse: la abstención de Ada Colau y los suyos en el ayuntamiento de Barcelona ha permitido la aprobación de una resolución de apoyo a la declaración secesionista del parlamento de Cataluña del pasado 9 de noviembre, que hace entre otras cosas una llamada a la insurrección y a la ilegalidad.
Así las cosas, lo que importa ya no es qué referéndum quiere Podemos sino si la formación de Pablo Iglesias está a favor o en contra del delirio soberanista que quedaba bien explicitado en aquella declaración.