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José Francisco Conrado de Villalonga

El 'sorpasso' y el anacoluto

La campaña electoral ha sido intensa, viscosa y televisiva. Mucha generalización, descalificación, insulto y escasa propuesta, pero sí ha servido para que articulistas y comentaristas se hayan aplicado en introducir algún que otro neologismo y un barbarismo que suena fatal y que ha hecho fortuna en los medios, me refiero al termino "sorpasso, "palabro" exótico y pastoso, que recuerda a Julia Anguita, aquel simpático comunista, alcalde de Córdoba que empezó hace años a utilizar el vocablo "sorpásso" en vez de "zarpazo". Este "seseo" se deducía por la dificultad que tienen los andaluces en pronunciar la "zeta", pero ahora sabemos que lo que pasaba con el sorpasso de Anguita no era un problema de dicción, sino el anuncio de un resultado político inesperado. Ahora el sorpasso nos ha llegado por otra vía y ya está aquí.

No se trata pues de un barbarismo prosódico "prosodic stress", como dirían los ingleses, sino de una dicción italiana que se utiliza en ambientes deportivos para expresar un adelantamiento. El sorpasso es también el titulo de una película del año 1962, Il sorpasso, dirigida por Dino Risi y protagonizada por Victorio Gassman, fue considerada "película de culto" y popularizó el término que se empleó para expresar algo imprevisto, sorpresivo. Y justamente esto es lo que ha ocurrido con el resultado de las elecciones del 20D. El sorpasso ha sido no para los ciudadanos cuyo sentido político es admirable, sino para la mayoría de partidos políticos, Popular, Socialista, Ciutadans, Democràcia i Llibertat o UPyD, que creyéndose con el triunfo asegurado, que iban a superar a los otros, han obtenido todos ellos unos resultados insuficientes para formar gobierno y han dejado al país en una posición muy complicada para gobernabilidad. Este ha sido su sorpasso.

Pero dejando a un lado la preocupante situación política actual en la que el Partido Popular ha perdido la hegemonía de la derecha y el PSOE la de la izquierda y han abierto la puerta, el paso, a un posible e indeseado nuevo Frente Popular, se debe reflexionar sobre la facilidad con que comentaristas se empeñan en emplear vocablos ininteligibles, para referirse a los malos resultados de estos dos partidos, cuando en castellano hay sustantivos suficientes para describir "la superación inesperada" con la que han sido tocados estas dos formaciones, por ejemplo, adelantamiento, superación, aventajamiento, etc. El utilizar expresiones lingüísticas extranjeras de forma superflua, incluso el tomarlas prestadas, es prostituir el lenguaje innecesariamente.

¿Y cómo se han expresado en mítines y en entrevistas, los políticos que han ido en busca del voto ciudadano? En general muy mal, han proliferado las frases incompletas, descosidas, ambiguas y las oraciones fragmentadas. La ruptura discursiva cambiando la estructura de la disertación en mitad de la frase, apartándose del aparente tema central, conduce a una incongruencia retorica y eso es ni más ni menos que un anacoluto. Anacoluto, vocablo cuyo origen etimológico se encuentra en el latín anacoluthon, significa algo que no sigue, es una figura retorica propia de personas iletradas. Se trata de una incongruencia que se produce al hablar y cuando se cambia repentinamente la trama.

El rey del anacoluto fue Mario Moreno, "Cantinflas", aquel gran actor que tanto divirtió con sus películas. Formaba párrafos enteros empedrados de anacolutos y frases sin terminar con un gracejo y una gesticulación inigualables. Pero claro, Cantinflas era un actorazo, no un político que pretendía dirigir un país, a estos se les debería suponer conocimiento de la sintaxis, aquella parte de la gramática que enseña a coordinar y unir palabras para formar oraciones y expresar conceptos.

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