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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Las terrazas ya se votaron

Si en mayo se votó a favor de las terrazas de estética deprimente que arrebatan su personalidad al Borne palmesano, me he perdido algo. En lugar de cumplir con su mandato tras la extinción del contrato, Cort ha montado una pantomima antidemocrática, indigna de Corea del Norte y que afrenta a la palabra referéndum. En el recuento de la farsa, uno de cada sesenta palmesanos ha votado a favor de maltratar el Paseo. Los 59 restantes han de fastidiarse ante la cacicada del ayuntamiento. La mitad de ellos son tan ingenuos que votaron en las municipales para acabar con la sumisión de Palma.

¿Por qué solo los bares?, ¿pueden los vecinos reformar sus terrazas a discreción, aprovechando que la corrupción se ha enseñoreado de la patrulla verde y la cobardía se ha adueñado de Cort? Los maceteros y sombrillas no mejoran el Borne, y suponen su reconstrucción sin cumplir con ningún trámite urbanístico. El Paseo murió al arruinar su simetría indispensable, una violación que la densidad de tráfico no ha obligado a materializar ni en las Ramblas barcelonesas. La ciudad se construye con recuerdos de infancia, emborronarlos conduce a la desintegración que tanto temen los ignorantes progresistas de Cort. Cómo se atreven a profanar el suelo por el que paseaba descalzo Errol Flynn, o entorpecer el trayecto de Robert Graves hacia sus periódicos. Por cierto, en Palma sobran bares a cielo abierto.

Las terrazas se votaron en mayo, con un resultado clamoroso en las elecciones que condenaron al anterior consistorio palmesano por violación del entorno. Repetir una votación hasta que salga lo deseado por la minoría es peor que una dictadura, donde al menos se rechaza la democracia sin falsearla. Si los progresistas de opereta y el peor alcalde imaginable de Palma son demasiado timoratos para retirar la terrazas que nunca debieron ser autorizadas, que dejen sus cargos en lugar de convocar consultas bananeras que refuerzan a quienes les acusan de chavistas. Gobernar es elegir y disgustar. El Borne es indistinguible hoy de la Playa de Palma, de Magaluf o de la terminal de Son Sant Joan. Así lo ha decidido uno de cada 60 palmesanos.

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