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Llorenç Riera

Aprovechamiento indebido y descarado

Confiar significa arriesgarse. Todo depende de la reacción y del comportamiento de quien se ha considerado merecedor del trato familiar y la generosidad sin condiciones ni firmas previas. En principio, no tienes porqué pensar que un joven al que has visto crecer desde niño y aprecias en sustitución de descendencia propia, te traicionará a la menor oportunidad. Sin embargo, cuando tu personalidad es débil y vulnerable y media un alto patrimonio de por medio, todo se vuelve muy frágil y tentador en la relación humana. La puerta queda abierta, o presta a ser violentada, para los desaprensivos que siempre permanecen al acecho.

El caso del joven de Llucmajor al que se atribuía una monumental estafa a un matrimonio con abundantes bienes inmuebles, sin descendencia y escasa soltura mental, es de sobras conocido por lo llamativo y porque ha sido objeto de abundante información. Nada responde a la lógica en este asunto. Ni siquiera el despliegue de la generosidad consciente elevada a su máxima expresión. Tanta entrega patrimonial a cambio de nada era imposible porque, a falta de conciencia intelectual y altruista plena, tampoco puede haber desprendimiento voluntario y asumido.

La Audiencia Provincial ha resuelto el embrollo, lo cual viene a significar la restitución de bienes y la penalización de la estafa dada por probada. El tribunal anula 14 escrituras notariales y condena a Luis Rodriguez Toubes, "Luisito", a siete años de prisión por estafa de 39 millones, al pago de 389.154 euros en concepto de responsabilidad civil, más una multa de 11.340 euros. Es casi lo que pedía la acusación particular, 8 años, frente a los 4 solicitados por el fiscal quien, sin embargo, ahora pedirá el ingreso inmediato del condenado en la cárcel. La madre, por su parte, deberá responder, a título lucrativo, de la indemnización fijada y, por otro lado, se establece una pena de 6 meses de prisión para el constructor Antoni Garau Pou, aparte del pago de 240.000 euros, por considerarle culpable de blanqueo con la compa de fincas estafadas.

Era una operación de ingeniería documental y económica pensada, directamente, para el fraude patrimonial. Con 20 años, Luis Rodriguez Toubes convenció a los propietarios de la que se consideraba mayor fortuna de Llucmajor, para que adquirieran una casa de s'Estanyol que había sido de su madre y posteriormente otra anexa a la que atribuía el valor de un millón de euros.

A partir de ahí empezó una trama de falsos derechos de compra preferente y bonos de identidad bancaria, con una treintena de cheques a cuenta de por medio, que desembocó en la inscripción de 15 propiedades a nombre del estafador. Había convencido al matrimonio diciendo que todo era ficticio, pero la pareja tuvo que hacerse cargo incluso de las altas cargas fiscales generadas por las donaciones que ahora anula el tribunal. Son episodios que dejan patente que la fragilidad humana, en todos los sentidos, desde la debilidad intelectual a la falta de escrúpulos, es prácticamente incompatible con la sobreabundancia material. Porque se vuelve espacio para desaprensivos.

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