La empresa Kantar, que se dedica a mediciones de audiencia, ha publicado una encuesta sobre la preparación política de los electores, cuyos resultados resultan inquietantes y desoladores. Así por ejemplo, a la pregunta de si el voto es obligatorio en España, el 41,1% de los encuestados (el 49,6% de las mujeres y el 32,1% de los hombres) asegura que sí. A la pregunta de cómo se vota en blanco, sólo el 45% de los encuestados sabe que para que su sufragio tenga tal consideración es preciso depositar en la urna el sobre vacío, sin papeleta. Y cuando se indaga sobre el número de diputados que hay en el Congreso, apenas el 33,1% sabe que son 350.
Estas carencias no desfiguran la representación ni son siquiera significativas a la hora de ponderar la calidad de la democracia: nuestra ciudadanía tiene gran discernimiento y sabe a la perfección lo que le conviene y lo que no. Pero parece claro que nuestro sistema educativo debería proporcionar cierta formación política, cierta cultura general acerca de nuestras instituciones, de nuestra Constitución, de nuestros mecanismos de autogobierno.
Con tal objetivo, existe en prácticamente toda Europa una asignatura que en España se llamó ´Educación para la ciudadanía´, creada por los gobiernos de centro-izquierda y eliminada por los de centro-derecha. La encuesta mencionada acredita que su necesidad trasciende evidentemente del juego partidario e ideológico.
