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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Basura galáctica

Solo Regreso al futuro impide que La guerra de las galaxias sea la saga más ridícula de la historia del cine. Hasta El señor de los anillos se hace digerible, por comparación con los animalejos y maquinejas del patoso Lucas, George. Las expectativas depositadas en la relampagueante American Graffiti se desvanecieron con la interminable epopeya de los malditos Obi Wan. Se necesita valor, para reírse abiertamente del público y conseguir que te aclame. "Que la fuerza te acompañe" no serviría ni como publicidad de una marca de preservativos. Los guiones de los 3.256 episodios precedentes parecen escritos por los fanáticos de la saga. Entre las teleseries actuales, Los juegos del hambre ofrece más motivos de regocijo que los jedis, pronúnciese yedáis.

Solo El padrino está más sobrevalorado que la basura galáctica. Dadme cien veces Rocky VI, antes que este delirante desfile de actores mareados ante un croma verde en el que ignoran por completo la acción que les envuelve. Cada enarcamiento de cejas de Luke Skywalker inaugura una nueva corriente filosófica, cuando solo está implorando que alguien le indique la salida. No promocionaríamos La guerra de las galaxias si fuera inocua. Por desgracia, la fascinación con esta historia de la inhumanidad es tan perniciosa como Walt Disney, el castigo más temido por la infancia. A quién puede sorprenderle que la primitiva princesa Leia se entregara a un cóctel de drogas y sacarosa que destrozó su vida. A cambio, Carrie Fisher nos ofreció las autobiografías más hilarantes y descarnadas de la historia de Hollywood.

Por extraño que parezca, 2001 no es la película más aburrida de su género. Puedo hablar del próximo episodio desgraciado de La guerra de las galaxias sin haberlo visto, una particularidad que me liga a sus intérpretes. El éxito de Star wars no obliga a preocuparse por el futuro del ser humano, sino por su triste presente. Sobrevive únicamente la figura de Han Solo, que no tiene nada que ver con la desdichada estructura inspirada en Asimov. La única película gloriosa de ciencia-ficción es Blade Runner, incluso una vez superado el año en que estaba datada su acción.

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