Cuando la campaña electoral de las elecciones generales del próximo domingo alcanza su ecuador, los líderes de los principales partidos políticos y, por tanto, candidatos con mayores posibilidades de alcanzar la presidencia del Gobierno, ya han visitado Palma. Cada uno lo ha hecho según su estilo y en función de la capacidad de convocatoria y atracción pero, en su conjunto, el trámite se ha saldado con escasas esperanzas y nulo compromiso en cuanto a predisposición para afrontar y solucionar los verdaderos problemas y necesidades que afectan a Balears en este momento.

Los actos de campaña, un mero paseo electoral en este caso, arrojan algunas anécdotas, críticas al adversario, disconformidad con varias decisiones adoptadas por el Govern y poco más. El actual presidente y candidato a la reelección por el PP, ha dejado constancia de su desacuerdo con la ecotasa. El socialista Pedro Sánchez se ha ofrecido como alternativa a los conservadores y Albert Rivera y Pablo Iglesias, de Ciudadanos y Podemos, respectivamente, han reconocido, como resulta obvio por otro lado, que la imagen de Balears no puede corresponderse con la de la corrupción política que tanto la ha salpicado en los últimos tiempos. Tan escaso bagaje no justifica los desplazamientos realizados. Parece como si los candidatos hubieran venido con la única finalidad de que no se les pudiera reprochar su ausencia.

Nadie ha admitido con claridad suficiente que esta es una Comunidad con serios problemas estructurales que tienen su raíz más profunda en la financiación autonómica injusta y escasa y en la desatención a la insularidad incuestionable, con una realidad específica y particular que debe entenderse y tratarse como tal. Dicho en otras palabras, el Estado no tiene en cuenta la situación objetiva de Balears y no cumple ni siquiera los compromisos adquiridos con anterioridad, dígase fondos estatutarios, convenios específicos o revisión financiera. Nadie ha prometido que, si tiene potestad de hacerlo, vaya a cambiar la situación a partir del 20 de diciembre.

Una cosa es la vida real, el día a día, y otra las macrocifras económicas. De nada sirve que se destaque que Balears esta saliendo antes que nadie de la crisis o que el turismo es un motor de la economía española, si después no se aterriza sobre el problema concreto de este archipiélago y la realidad de quienes lo pasan peor en él. En estas islas también hay mucho paro, excesiva estacionalidad, déficit de infraestructuras, carencias docentes y sanitarias y, sin ir más lejos, trabas materiales y económicas para lo que solo deberían ser desplazamientos ordinarios al resto de España o al extranjero.

Seis días de campaña por delante es tiempo de sobra para que los candidatos puedan corregir y concretar. Poner los pies en el suelo por lo que respecta a la situación real de Balears. Deben hacerlo porque es su obligación y porque los electores de esta Comunidad tienen derecho a disponer de todos los elementos necesarios para decidir su voto.

De lo contrario, deberemos seguir pensando que los ocho diputados de Balears tienen un peso simbólico y meramente representativo en el Congreso, sujetos en exclusiva a la disciplina de partido, y que esta es una tierra de paso para las principales instancias del Estado, en la que se viene a disfrutar del clima y se pasa de puntillas sobre su verdadera realidad cotidiana.