Me parece muy bien que el Black Friday adopte el color negro del Estado Islámico, pero con las festividades navideñas no se juega. El falso progresismo difunde un laicismo asimétrico, que siempre cae en la denuncia de los mitos cristianos y en el aplauso de otras fes. No hablo como creyente ni como consumidor, sino como contribuyente. Quiero mis fiestas, con su contenido atávico. Desde que el catolicismo es la única religión falsa y el Islam es la única religión verdadera, cuesta encontrar defensores de tradiciones que deberían ser más intocables que los himnos y banderas. Por fortuna, la gazmoñería neutral de los políticos españoles viene corregida por el primer ministro izquierdista italiano, Matteo Renzi. "No se dialoga renunciando a la Navidad", su Natale.
Llamar solsticio a la Navidad es peor que un crimen, es una cursilería. Nunca he comido cerdo con intención de molestar a nadie, salvo al propio animal sacrificado, el único ser del que acepto una protesta. Cuando los laicos asimétricos establecen que las festividades navideñas agravian a otros compatriotas, me están acusando de vivir el espíritu navideño con esa voluntad de injuriar. Hay que replantearse el apoyo a gobernantes incapaces de entender el peso identitario de las fiestas más nobles del año, con independencia de sus oficiantes. Necesito a la Navidad, incluso para abominar de ella. Ninguna práctica religiosa o supersticiosa otorga superioridad moral, que se gana a diario en el ágora proscrita por cierto por las interpretaciones islamistas.
La Navidad no impone ningún culto. Viene simbolizada por el estreno de una película de Snoopy, como este año. En qué momento se ha concedido a los intolerantes la definición de los márgenes de la tolerancia. Aparte del irrenunciable derecho a la blasfemia, conviene hartarse lo antes posible de los ofendidos profesionales, del victimato denunciado por Sánchez Ferlosio. Contra los inquisidores paganos, de nuevo Renzi. "El diálogo no significa ahogar la identidad en lo políticamente correcto e insípido. Italia entera, laicos y cristianos, no renunciarán nunca a la Navidad". Por lo visto aquí no lo tenemos tan claro.
