Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Norberto Alcover

El Crucifijo retirado

La llegada al poder del llamado tripartito de izquierdas en las instituciones mallorquinas, suscitó en mi espíritu un grave interrogante: ¿haría gala de su respeto constitucional y de nuestras tradiciones como comunidad histórica o por el contrario, como en tantas ocasiones, se pondría en manos de los radicales ideologizados? Han pasado los días y comienzo a tener respuesta al grave interrogante que recorría mis ya ancianas entrañas y mis siempre rejuvenecidas curiosidades. Se lo cuento.

En las presentes circunstancias españolas, lo más urgente de un tripartito de izquierdas es trabajar por la mejor distribución de la riqueza de los ciudadanos correspondientes. Todo lo demás puede ser llamativo por populista, pero apenas significar algo de resonancia objetiva. Supongo que esta tesis de trabajo se ajusta a las más respetables teorías de los pensadores actuales en materia política, sobre todo a los defensores del "fin del capitalismo" como neoinstrumento de la esclavitud posmoderna. Y estoy completamente de acuerdo. Entre otras razones porque soy un discípulo entusiasta de Francisco, y Francisco ha tronado contra una sociedad dominada por un "capitalismo salvaje". Da la circunstancia de que, además de periodista y observador político, soy cristiano y católico, y no suelo distinguir entre "lo terreno" y "lo eterno": forman una misma realidad, que denominamos "historia de salvación". Que el agnóstico o el ateo y personas de otras confesiones no participen de mi dichosa conjunción de las dimensiones citadas, no modifica mi actitud, pues estamos en posesión de libertad de pensamiento y de expresión. Y mi forma de pensar y de actuar es la que acabo de escribir.

Más todavía, la legislación actual española es la que es y no se pueden, ni deben, forzar las determinaciones legales al uso, que también son las que son, anticipándose a medidas que nos gustaría que sustituyeran a las actuales. Para tal sustitución hay procesos electorales y hasta una deseable reforma constitucional. Cada cosa a su tiempo. En materia religiosa, también, aunque las apreciaciones en esta materia sean diferentes en el seno del mismo hecho religioso, y en el caso de la Iglesia católica, también, por supuesto. La Iglesia católica, sin embargo, en sus relaciones con los gobiernos de turno, lo hace "de institución a institución", y no según el parecer de "personas individuales".

Carece de sentido saltarse normas establecidas legalmente en general y en el caso de las relaciones Iglesia y Estado de forma no menos relevante. Otra cosa diferente y respetable es que fuerzas políticas y también religiosas y católicas deseen que las relaciones cambien en razón de principios diversos y hasta divergentes. Para eso están el Parlamento y previamente elecciones generales. Mientras tanto, para bien y para mal, hay que acatar lo legislado, salvo que impongamos la ley del más fuerte y más ideologizado.

Todas las medidas que ha tomado nuestro ayuntamiento palmesano, gobernado por el tripartito ya citado, llaman la atención por la contradicción existente entre sus promesas socioeconómicas y sus realizaciones ideológicas. Y entre tales realizaciones, destacan las relativas a determinadas tradiciones católicas, que de suyo solamente molestaban a los laicistas excluyentes. Y entre todas, la más ofensiva es la eliminación del crucifijo en la sala de plenos, más radical que la otra de colocar el busto del rey en un denominado "rincón institucional". ¿Era la única solución la retirada absoluta del crucifijo, en una aula donde está representada una población que en su inmensa mayoría es discípula del crucificado? Seguro que no. ¿Iban a molestarse las demás confesiones religiosas? Respondo lo mismo? si es que son religiosas de verdad. ¿Se ha consultado democráticamente al conjunto del ayuntamiento? Tengo la percepción de que no. Entonces, ¿cuál es la última razón de agraviar convicciones fundamentales de muchos palmesanos?, y para colmo, aducir que se trata de aplicar un acuerdo programático que prescribe "un impulso al laicismo en las instituciones públicas". ¿Es un acuerdo de un ayuntamiento superior al espíritu constitucional entre Estado e Iglesia? ¿No será que de lo que se trata es de laicizar negativamente nuestra sociedad palmesana, utilizando una postura de poder desde la prepotencia? Dicho de otra manera, ¿a quiénes benefician tales resoluciones, que juegan con lo más sagrado que tenemos, hoy por hoy, una gran parte de los ciudadanos de esta ciudad? Quienes han perpetrado tal acción a todas luces antidemocrática, lo saben muy bien. Y no me vale esa cuestión de impulsar un determinado laicismo en las instituciones públicas: el buen laicismo es educado y respetuoso. No fundamentalista.

Mientras tanto, falta dinero para los más pobres, a los que cuidan con tantísimo esmero multitud de grupos católicos, quienes contemplan en el crucifijo con el crucificado la razón última de su "compasión fraterna", algo mucho más radical que su identificación política. Pero no. Crucifijo y crucificado sobraban en ese ámbito representativo de todos nosotros. Y ahí está, no en un secundario rincón institucional, sino en un cuarto junto a otros objetos sin relevancia, fuera de circulación. Los dos primeros párrafos del presente artículo explican perfectamente mi toma de postura y mi dolorido sentimiento de "ciudadano marginado". Y es que si algunos pueden? todos podemos. Léase como se quiera.

Acabo con una sugerencia a quien competa. Puesto que el citado crucifijo con su crucificado molesta a nuestro ayuntamiento, varios ciudadanos estamos dispuestos a comprarlo si es que se nos vende para satisfacer alguna "obra de misericordia", como dice Francisco. Pidan y responderemos. Si lo mantienen escondido y no son capaces de vendérnoslo, entonces es que les avergüenza lo que han hecho. Pero en todo caso, no se pasen más por favor. Navidad constituirá un excelente "tiempo de prueba".

Compartir el artículo

stats