Fiscal Superior de Balears es un cargo eminentemente político, determinado por criterios más opacos que una elección parlamentaria. Si necesitan más pruebas, Bartomeu Barceló. Pese a ello, se escandaliza ante la "sombra de duda" que supondría el reingreso en la carrera judicial de Juan Pedro Yllanes, el magistrado que ha solicitado la excedencia para someterse a una votación popular sagrada como cabeza de lista de Podemos. El acusador jefe se descompone al imaginar que el retornado juzgara a personas de otro partido. Qué horror. Nunca expresó su reticencia cuando jueces de honda trayectoria en el PP fallaban casos del PP.
La opinión de Barceló sobre este asunto coincide, por casualidad, con la expresada en torno al mismo particular por el ministro del Gobierno del PP. Sumadas tienen tanto peso como el dictamen de un madridista, por lo que nos atrevemos a contestarlas. En primer lugar, el fiscal superior ataca a los jueces que hacen voto de servicio público, para cobrar menos que en tribunales. No se manifiesta en cambio sobre los magistrados que dejaban un día la Audiencia de Palma y al siguiente se personaban en ella como abogados, con el consiguiente incremento de rentas. Tampoco se pronuncia sobre los fiscales que traicionan su vocación pasándose al lado oscuro. Por supuesto, con billete de vuelta.
Conocemos de sobras la doctrina jurídica al respecto. Un juez solo puede ser del PP, en Mallorca hemos tenido una docena de ellos que no se han inhibido ni cohibido al juzgar a sus correligionarios. Si son unos pervertidos, se les tolerará excepcionalmente que se apunten al PSOE. Ahora bien, solo los acusados pueden ser candidatos del condenado Podemos. Por otra parte, nos preocupa menos un fiscal del PP que un fiscal que ha archivado todos los casos de corrupción del PP que le han tocado en suerte. En fin, un jurista laureado como Barceló no puede ignorar que los ciudadanos votan a sus jueces y fiscales en Estados Unidos, sin que este recordatorio de la procedencia del poder judicial redunde en parcialidad o afecte a su crédito. En España, en cambio, la justicia está incluso por debajo de la política. Serán los votos.
