Un año más celebramos el día mundial del sida para recordarle a la población que la infección por el VIH (Virus de la Inmunodeficiencia Humana) todavía sigue entre nosotros y campa a sus anchas. A pesar de ello la Onusida, la agencia de las Naciones Unidas que lucha contra esta enfermedad, pronostica que el fin del sida podría llegar en 2030; sin embargo el número de contagios con el VIH entre hombres que mantienen relaciones sexuales con otros hombres está creciendo de forma descontrolada en todo el mundo. El informe anual de esta institución destaca que globalmente los contagios han descendido. Así en 2013 una media de 2,1 millones de personas (1,9-2,4 millones) se infectaron en el mundo por el VIH. Sólo quince países concentraron el 75% de los nuevos contagios: Brasil, Camerún, China, Estados Unidos, India, Indonesia, Kenia, Mozambique, Nigeria, Rusia, Sudáfrica, Tanzania, Uganda, Zambia y Zimbabue. Los contagios por el VIH descendieron en 2013 un 38% respecto a 2001, una caída que fue aún mayor entre la población menor de edad, con un descenso del 58%. En 2013, unos 240.000 niños se infectaron con el VIH, respecto a los 580.000 que lo contrajeron en 2001.

Sin embargo, el gran problema para su eliminación total se encuentra en el acceso al tratamiento antirretroviral; aunque ha pasado de costar 10.000 dólares al año en 2000 a menos de 100 dólares en 2010. El informe demuestra que mientras el 38% de los adultos recibe tratamiento, sólo el 24% de los niños accede a él. Con respecto a la población general, en 2013 unos 12,9 millones de personas pudieron tener acceso a los antirretrovirales, lo que representa un 37% (entre un 35-39%) de todas las personas que padecen el sida. En cuanto a los fallecimientos, desde el pico registrado en 2005, las muertes han caído un 35%. El año pasado 1,5 millones de personas murieron por causas relacionadas con el sida en comparación con 2,4 millones en 2005. En la actualidad entre 33,2 y 37,2 millones de personas (35 millones de media) sobreviven infectados por esta enfermedad. Lo peor de ello es que la Onusida calcula que 19 (54%) de los 35 millones de personas que viven con el virus desconocen que son seropositivas (ignorancia sanitaria), es decir que están infectadas.

Los buenos datos globales se contradicen con el crecimiento mundial del número de contagios entre homosexuales. En España en 2014 el 51% de todos los casos el VIH se presentó entre hombres que mantienen relaciones sexuales con otros hombres, el 31% entre heterosexuales y el 5% en usuarios de drogas inyectables. En el grupo homosexual existe cierta complacencia con el virus, lo que es muy peligroso y puede ser mortal. Las razones para que esto ocurra son varias e interrelacionadas entre sí. Por un lado cada vez más los hombres tienen relaciones homosexuales no protegidas y la existencia de un tratamiento con antirretrovirales que funciona bien determina en este colectivo que no se perciba el miedo a la muerte tras el contagio de la enfermedad. Además la mayoría de ellos no vivieron los estragos de esta infección en el colectivo homosexual de los años 80 y 90 y por ello no poseen una percepción de riesgo elevada frente a esta infección.

Hace unos años se pusieron en marcha varios estudios para comprobar si la terapia antirretroviral administrada a una persona antes de tener una relación sexual de riesgo era efectiva para prevenir la infección por el VIH. Los resultados de estos trabajos mostraron su efectividad, tanto si los fármacos se daban diariamente como si se tomaban sólo antes, durante y un día después de haber mantenido sexo sin protección. De este modo esta terapia pre- y postexposición podía ejercer una barrera para que la persona portadora del VIH no infectara a la otra. De este modo si uno prevé que va a tener una relación sin protección, puede tomar medicación a demanda, es decir, tomarse una pastilla el día de antes, otra ese mismo día y otra el día después. Sería algo así como el tratamiento de la píldora anticonceptiva del día después. La ventaja de esta situación es que globalmente reduce la ingesta de fármacos hasta un 50%. Además esta nueva estrategia no crea resistencias ya que los estudios han demostrado que con esta pauta muy pocas personas se infectan y, por lo tanto, sino hay virus no se inducen resistencias a los antirretrovirales.

Para lograr la erradicación del sida en 2030, según Onusida, sería necesario alcanzar la relación 90-90-90; es decir que el 90% de las personas infectadas (seropositivas) sepan que lo están (evitar transmisión), que el 90% de ellas reciba tratamiento antirretroviral precoz y universal (evitar enfermedad), y que el 90% de los mismos tengan una carga viral en sangre indetectable (evitar ambas entidades). Además de ello sería imprescindible incrementar los programas de prevención, motivar moralmente a los enfermos, eliminar la transmisión del VIH de madre a hijo, educar y fomentar la independencia económica de mujeres y adolescentes y acabar con la discriminación social y familiar hacia los seropositivos.

Uno de los elementos clave para que este programa ambicioso consiga la eliminación real del VIH, es la detección precoz de la infección (detectar personas infectadas no conocedoras), es decir se hace imprescindible que cualquier persona pueda solicitar la realización rápida y gratuita de la prueba del VIH (generalización diagnóstica) y conozca su situación. Hacerse la prueba lo antes posible permitirá iniciar el tratamiento de forma precoz e inmediata, disminuyendo de este modo el riesgo de infección y de trasmisión del VIH, además el recién infectado dispondrá de un sistema inmune intacto y con mayor capacidad de respuesta frente al virus.

De acuerdo con el informe de Onusida si todos aunamos nuestros esfuerzos podremos ir con esperanza hacia el fin de la epidemia en 2030. Para ello es imprescindible la implicación de todos los gobiernos y ONG en potenciar el diagnóstico y tratamiento precoz de todas las personas con posibles riesgos de infección.

(*) Presidente de la Acadèmia Mèdica Balear