Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Antonio Papell

La reinvención del nacionalismo

Convergència Democràtica de Catalunya desaparecerá próximamente „aunque nadie sabe quién apagará la luz porque la organización fundada por Jordi Pujol tiene hoy quince de sus sedes embargadas por decisión judicial„ porque sus siglas han caído en el descrédito más absoluto después de que haya quedado claro en términos morales „en los penales, los procesos van avanzando„ que el partido gobernante en Cataluña desde 1980 a 2003 y desde 2010 a la actualidad, así como algunos de sus dirigentes, se nutrían de las comisiones de los constructores y prestatarios de servicios, recaudadas por una trama en que se hallaba encuadrada buena parte de la familia de Jordi Pujol, el fundador y patriarca, quien hubo de reconocer también su implicación en irregularidades fiscales. Así las cosas, tras la degeneración moral y el cohecho sistemático, las siglas CDC, que llegó a ser una especie de "movimiento nacional" catalanista, constituyen un lastre que ni siquiera llegará a las elecciones del 20D, donde Francesc Homs encabezará una lista denominada "Democracia y libertad" (sic), concurrencia de CDC y de dos escisiones del partido.

El pasado domingo, la dirección de CDC (todavía) marcó algunas pautas sobre lo que no será "refundación" sino "disolución" del partido en una amplia confluencia de centro soberanista que le permita alcanzar la independencia, primero, y gestionarla, después. El número dos de CDC, Josep Rull, brindó después de la reunión alguna concreción: se trataría de "la creación de un nuevo espacio político de centro, de amplio espectro, de gente moderada y de orden, para continuar ensanchando el soberanismo", en el que confluirían "diversos entornos", entre ellos el liberal, el socialdemócrata y el democristiano.

La vaguedad de la fórmula no es extraña porque, como ha intuido M. Dolores García, el nacionalismo catalán ha supeditado siempre su bagaje ideológico al sentimiento de pertenencia, que es el verdadero aglutinante, con lo que CDC fue siempre en realidad, y quiere seguir siendo, un partido catch-all „el término, que significa "agarralotodo", es de Kirchheimer„ donde convivían sensibilidades muy distintas, aunque con un cierto escoramiento hacia la izquierda nominal, porque esta es la deriva del nacionalismo según el Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat (Maragall ya lanzó la idea de un "partido demócrata" con esas características). El desconcierto ideológico es de tal calibre que Carles Campuzano, número dos de la lista al Congreso por la nueva CDC, ha abogado por un partido "bisexual", en el sentido de que tratará de conciliar el liberalismo con la justicia social, frente a los "reaccionarios de derechas y de izquierdas". Así, insiste el personaje en asegurar que "el nuevo espacio que habrá que articular será bisexual o no será". "O empleando un término que proviene de la política alemana, la nueva confluencia que CDC debe promover debe responder a la lógica de las coaliciones de semáforos: rojo de los socialdemócratas, amarillo de los liberales, verde de los ecologistas". Totum revolutum se llama la figura.

Es claro que en todo esto hay un equívoco, muy frecuente en el particularismo nacionalista y separador: muchos de los que mantienen este discurso rupturista, reconcentrado, de complacencia étnica con los rasgos culturales propios, se denominan de izquierdas porque pretenden practicar políticas sociales. La tradición de izquierdas en Europa es otra cosa más amplia, más noble y más compleja e incluye el internacionalismo, el patriotismo constitucional, el sentido de la equidad, un cierta ética pública insobornable, etc. Características que el nacionalismo "moderado" catalán „ni el de Jordi Pujol ni el de la actualidad„ nunca ha mostrado, preso en su acomplejada y pueblerina defensa de lo propio, refugio que le impide contaminarse del saludable cosmopolitismo.

Compartir el artículo

stats