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Antonio Papell

Podemos desiste de un 'proceso constituyente'

El 15 de noviembre de 2014, Pablo Iglesias era proclamado oficialmente en el Teatro Nuevo Apolo de Madrid secretario general de Podemos, tras obtener la semana anterior el 88,6% del apoyo en una votación en la que participaron más de 107.000 simpatizantes. En su discurso, Iglesias hizo hincapié en la defensa del "derecho a decidir", extendido a los catalanes, que conviene subrayarlo todavía no habían emprendido la fase final y delirante del "proceso" que desembocaría en la declaración parlamentaria de insurgencia del 9 de noviembre. "Estoy harto dijo el líder de Podemos de la concepción de una España agresiva, que diga la lengua que tienen que hablar o lo que tienen que sentir sus ciudadanos. España es un país de países, un país de naciones" [?] "Será que ellos cumplen mucho la legalidad, manda narices", añadió, tras insistir en que PP y CiU son partidos de "la casta, que se retroalimentan". Y tras afirmar que "no somos tan diferentes", hizo hincapié en que para que exista el aludido derecho, hay que decidir sobre la economía y otros muchos asuntos. Por eso explicó frente al inmovilismo del PP, Podemos quiere discutir "de todo y con todos" y emprender un "proceso constituyente" para "abrir el candado del 78".

Aquella pretensión del borrón y cuenta nueva, que en el fondo menospreciaba todo lo conseguido por este país desde 1978, creó a Podemos muchas enemistades, sobre todo de quienes generacionalmente se sienten involucrados en el exitoso proceso de construcción nacional que hizo del país subdesarrollado de los años setenta la potencia política, económica e industrial que es en la actualidad. El adanismo de Pablo Iglesias implícito en aquella negación y su arrogancia extrema la explícita convicción de que sólo él es capaz de escalar las cimas de la buena política han ocasionado a Podemos un gran quebranto, toda vez que tras escalar en el barómetro del CIS una intención de voto del 23,9%, lo que llevó a ocupar la segunda plaza en el ranking tras el PP, ha caído hasta el 15,7% en julio pasado y al 10,8% en octubre.

Este declive ha sido paralelo a la progresiva moderación del partido, que ha pasado de sus tesis radicales previas a las elecciones europeas de 2014 hasta una posición templada en vísperas de las elecciones del 20 de diciembre. Y como culminación de este centrado ideológico, Iglesias ha renunciado al proceso constituyente, y por tanto a una reforma integral de la Constitución, al tiempo que ha reconocido los logros de la Transición. Ha sido en una conferencia en la Autónoma de Madrid, pronunciada el pasado 20 de noviembre, un año y cinco días después de aquel discurso inaugural de su secretaría general. Tras esta especie de caída del caballo, la prioridad consiste en reformar la Constitución y no en escribir un nueva; además, ha admitido que el pacto político de 1978 tuvo "elementos positivos" y logró "un acuerdo en circunstancias muy complejas".

La reforma constitucional de Podemos se centraría en cinco puntos: el primero, daría cauce al "derecho a decidir" de los ciudadanos de Cataluña mediante la aplicación del artículo 92 de la Constitución que regula los referéndums consultivos. Los otros cuatro ejes de la reforma serían promover una reforma de la ley electoral, blindar los derechos sociales, incluir ciertas medidas contra la corrupción como la prohibición de las "puertas giratorias" y garantizar la despolitización de la Justicia. De este modo, Podemos entra en razón pero pierde originalidad. Habrá que ver lo que opina el electorado de este sorprendente proceso evolutivo.

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