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Pasos atrás en Podemos

La voz única de Iglesias desalienta a quienes esperan encontrar un espacio político distinto

El anuncio de fichajes no consumados es peor signo de un naufragio anticipado de Podemos que el estallido de la burbuja demoscópica sobre la que Pablo Iglesias proyectaba asaltar los cielos. Hay un deterioro visible en lo que hace apenas un año era la gran esperanza de los electores hartos de la monótona dieta política del bipartidismo. La volatilidad de las expectativas de Podemos hay que atribuirla a varios factores. Primero está la decepción que ha generado su fracaso en el intento de conformar una organización distinta a la de los partidos tradicionales. El núcleo irradiador es ya un férrea ejecutiva que no admite que se pongan reparos ni a sus directrices ni a sus procedimientos, lo que ha generado desafección.

Por más que hayan querido preservar la marca propia, el nombre de Podemos está ahora ligado a gobiernos locales. Esa pérdida de la virginidad del poder es otra fuente de distanciamiento de potenciales electores, que en pocos meses han visto lo que puede dar de sí el cruce de la impericia política con la intemperancia doctrinaria.

Hay un desgaste por la fricción interna y por el choque con la realidad, agravado además por el ascenso de Ciudadanos, que le arrebata a Podemos el monopolio de lo emergente. La formación de Albert Rivera no disputa ningún espacio ideológico con la de Pablo Iglesias pero sí se juegan los dos un etiqueta, la de ser distintos a los grandes, que todavía conserva atractivo entre quienes quieren romper a toda costa con PSOE y PP.

Desde Podemos se hace frente a esa pérdida del viento favorable, que tanto infló sus velas en el pasado, acentuando los rasgos menos agraciados. A medida que se acerca el 20 de diciembre la voz de Iglesias tiende a hacerse única, circunstancia que en nada favorece a quienes esperan encontrar una organización abierta al discrepante. Esa deriva hacia el mensaje único es, quizá, lo que, amparándose en el eufemismo de las razones personales, ha provocado el paso atrás de los juristas Javier Pérez Royo y José Manuel Gómez Benítez.

Al otro gran fichaje, el general José Julio Rodríguez, hombre acostumbrado a la disciplina, el clima actual de Podemos no ha de resultarle extraño. Rodríguez es de los que mandan, que, como advertía Agustín García Calvo, son los que obedecen y "cuanto más mandan, más obedecen".

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