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El patetismo de Mas

Dime de qué presumes y te diré de qué careces. Artur Mas suele repetir que no aspira a ser el próximo presidente de la Generalitat a cualquier precio y, sin embargo, no ha dejado por un momento de ceder ante la CUP para lograrlo a costa de lo que sea. Principalmente del prestigio y del futuro de Cataluña.

La sesión del jueves del Parlament significó la segunda de una investidura fallida y la primera de su historia en que un candidato es rechazado después de haberlo sido ya anteriormente. Como ironizó Miquel Iceta, a propósito de la jornada del lunes, otro récord. Sin embargo, de la segunda tentativa podría haber salido un president para liderar el procés si Mas no insistiese en serlo contra su propia dignidad, la de su partido y la de los catalanes. Sólo bastaba con que Junts Pel Sí hubiera presentado otro aspirante del agrado de quienes marcan el compás.

La CUP tiene la sartén por el mango. Sabe que el Presidente en funciones no está dispuesto a renunciar. Así que lanzó el anzuelo de Raül Romeva para apuntalar la negociación y obtener nuevas concesiones. De momento son tres vicepresidencias y la voluntad de someterse a una moción de confianza en diez meses que podría dejar el govern en manos de una fuerza antisistema dispuesta situarse todavía más allá de los límites de la realidad.

Si quieren una exhibición de patetismo público de un político no hay que buscarla demasiado lejos ni siquiera hace falta retrotraerse en la historia, la tienen en Artur Mas, el candidato a prueba de bomba del 3% capaz de arrastrarse por los suelos y, a la vez, de poner en ridículo al pueblo que representa.

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